Cuento: La virtuosa y el malvado
Autor: Ps. Jorge Ballario
Introducción
Este cuento breve, inspirado en un caso real, da cuenta del conflicto potencialmente trágico, entre los actuales valores culturales feministas —muchas veces, incorporados solo “de la boca para fuera”— y los profundos sentimientos que todavía arrastramos de la cultura patriarcal.
La virtuosa y el malvado
Un día se conocieron, se enamoraron y se casaron. Ella era hermosa, trabajadora y muy fiel. Él, algo egoísta y dominador. Aunque disimulaba muy bien estas características de su personalidad, el inconsciente de ella lo registró y por eso lo eligió: en el fondo quería ser víctima de un hombre así. Con el tiempo, él comenzó a controlarla y ella a sufrir solitariamente. Sin embargo, él, previsor, fue virando su carácter manipulador. Se volvió más tolerante, compañero y relajado. Optó por evitar quedar como el único responsable de algún desenlace trágico. Además, quería modernizarse e incorporar algo de la sensibilidad feminista. Durante un tiempo, la mejoría comenzó a notarse, incluso tuvieron un hijo. No obstante, el inconsciente de ella, que ya había vislumbrado el indeseable cambio de rumbo que se había gestado, echó mano a un nuevo recurso para evitarlo.
Ella sufría de alergias a los ácaros. En ciertas épocas eran constantes sus estornudos. Ahora, su sistema inmunológico, inconscientemente, se encargó de agregar a la lista de alérgenos a su propio marido.
Existe una lógica psico-orgánica en esto: como él ya no era, para ella, el opresor que había elegido para casarse y consumar su gozosa desdicha, como ahora era bueno, comprensivo y flexible, se transformó en un “cuerpo extraño” a combatir. Había que provocarlo a fuerza de estornudos y, de ser necesarios, otros rechazos orgánicos, también impunes, como bostezos o eructos.
Incluso en las pocas ocasiones en que tenían sexo, él sufría la embestida de la reacción en cadena de los rechazos viscerales de ella, al punto que ya ni con viagra podía.
Al final, harto de todos esos desprecios encubiertos se mandó a mudar. Entonces, ella con su bebé, abandonados a su suerte, por el “hijo de puta”, logró el máximo enaltecimiento de su figura.
Moraleja: En verdad, la impotencia de él estaba causada por él mismo: al modificar abruptamente sus características personales, de las que se había enamorado su esposa. Él quedó descolocado frente a ella, y pasó a ser rehén de su inconsciente. Y en esto, tal vez algunas mujeres histéricas gozan de alguna ventaja, ya que cuentan, evolutivamente, con siglos de cultura patriarcal, cultivando así su parcela de poder.
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