En el centenario de Weininger

María José Villaverde

Publicado el: 2003-02-12

    


El 14 de octubre de 1903, Otto Weininger se disparaba un tiro en el corazón en la habitación que había ocupado Beethoven en Viena Tenía 23 años ...

 

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En el centenario de Weininger

María José Villaverde(?)

El 14 de octubre de 1903, Otto Weininger se disparaba un tiro en el corazón en la habitación que había ocupado Beethoven en Viena Tenía 23 años y era un judío vienés que acababa de publicar su tesis doctoral, Sexo y carácter, un libro aparentemente antifeminista y antisemita con 130 páginas de notas. A su entierro asistieron, entre otros, el novelista Stefan Zweig y un joven de 14 años fascinado por Sexo y carácter que se convertiría en el filósofo más importante del siglo XX, Ludwig Wittgenstein.

¿Qué fue lo que convirtió a Sexo y carácter en un best seller que alcanzó en Austria y Alemania seis ediciones en menos de un año y a Otto Weininger en un personaje de leyenda, en un héroe neorromántico, en un genio? La veneración que despertó se debió a que la élite intelectual austriaca, encontró reflejados en él sus problemas, sus inquietudes, sus miedos y sus paranoias.

Weininger fue, en efecto, el exponente de una generación carcomida por una terrible crisis de identidad en un mundo que zozobra, en el que todo cambia y en el que el individuo no encuentra apoyos sólidos a los que asirse. La certeza de que la sociedad junto con todos sus valores se está resquebrajando late, en efecto, en la obra de Robert Musil, en las novelas de Marie von EbnerEschenbach, en los escritos de Hofmannsthal o de Hermann Broch. La era de la seguridad que retrató Stefan Zweig en El mundo de ayer se había extinguido y Karl Kraus certificaba su muerte: "Bienvenido sea el caos porque el orden ha fracasado".

Esa crisis de valores que recorrió Europa y que los franceses bautizaron como "le grand malaise", ya había sido diagnosticada por Nietzsche en La Gaya Ciencia al augurar la muerte de Dios, el fin de los ideales del mundo moderno y el advenimiento del nihilismo. En ese clima de decadencia, mujeres y judíos jugaron el papel de chivos expiatorios.

Las mujeres se habían beneficiado en el Siglo de las Luces de las teorías individualistas y de defensa de los derechos de la persona que propiciaban su realización como seres humanos y su liberación de la tradición y las convenciones. Pero el XIX fue un siglo profundamente antiilustrado que saldó el conflicto de intereses entre individuo y sociedad con la derrota del individuo y su vuelta al redil de lo colectivo. Fue el siglo de las ideologías colectivas que, para exorcizar los fantasmas de la inseguridad y el desarraigo, auspiciaron el anclaje del individuo a la etnia, al Volk, a la raza y a la nación y fomentaron el nacionalismo.

Fue también un siglo radicalmente antifeminista que resucitó los antiguos valores femeninos del sacrificio, la renuncia, la abnegación y el vivir para los demás, frente al ideal ilustrado de la autorrealización. Si el siglo XVIII alumbró a grandes defensores de la mujer como Diderot y Condorcet, los personajes más eminentes del XIX fueron destacados misóginos. Basta recordar los vitriólicos comentarios sobre la mujer de Schopenhauer y Nietzsche, la correspondencia de Freud con su novia Martha Bernays, la intolerancia de Gustav Mahler con Alma, impidiéndole componer música para dedicarse a él en cuerpo y alma e, incluso, la relación de Marx con su mujer-para-todo Jenny.

La verdadera liberación exige según Weininger, que la mujer conquiste sus derechos pero también que logre su perfeccionamiento intelectual y moral luchando contra todo lo que, en su propia alma, constituye una rémora.

Esa alta meta que Otto Weininger soñó para todo ser humano y que él fue incapaz de alcanzar le condujo al suicidio. Su muerte -disparándose un tiro en el corazón y no en el cerebro- simboliza la derrota de la razón frente al sentimiento, pero también el fracaso de una generación que había perdido la fe en los valores ilustrados -razón, derechos del individuo, cosmopolitismo- y que no encontró más alternativa que la irracionalidad, el nacionalismo y el racismo que la encaminaron hacia el horror del nazismo.


(?)María José Villaverde es profesora titular en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense. El País, sábado 4 de 0ctubre de 2003



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