La construcción de la ciencia clásica y la fenomenología.

Godofredo Iommi Amunátegui
[email protected]
Publicado el: 2003-08-08

    


El propósito de estas páginas es rastrear una relación, acaso una consonancia entre dos pensadores (1) de índole diversa cuyas vidas compartieron, durante algunos años...

 

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La construcción de la ciencia clásica y la fenomenología.

Una nota acerca de E. Husserl y A. Koyré


Godofredo Iommi Amunátegui

Instituto de Física Universidad Católica de Valparaíso
Casilla 4059, Valparaíso, Chile

[email protected]

I
El propósito de estas páginas es rastrear una relación, acaso una consonancia entre dos pensadores (1) de índole diversa cuyas vidas compartieron, durante algunos años, las tres unidades ?tiempo, lugar y acción?, del teatro clásico.

La coincidencia es menos evidente en el plano del pensamiento, como si la existencia no fuese indicio suficiente ni tuviese de por sí fuerza para asentar idéntica concordancia en ese estrato más sutil.

Esta digresión sigue una vertiente desprovista de ambigüedad: la lectura apenas comentada de ciertos textos. La dificultad radica en el hallazgo de un lugar conceptual ?valga la expresión? situado de suerte que el despliegue teórico comparezca en plenitud y la simplicidad no sea simpleza.

La posibilidad de una ciencia? el artículo indefinido en este caso precisa el punto? configura el sitio desde el cual discurre este comentario.

La envergadura de las obras en juego excluye aquí un análisis exhaustivo de las variantes y resurgencias de tal tópico.

Se trata entonces de atender, de oídas, a un hilo audible a través de las palabras. La atención es descubrimiento: la cercanía de tema y de tono se convierte en el norte de cierto rumbo.

Por cierto estas páginas no prueban nada. Tan sólo exponen la proximidad y la lejanía de dos líneas delicadas y sinuosas en la composición de una figura diseñada en lo posible y en lo palpable.
II

La Construcción de la Ciencia Clásica
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La naturaleza, la existencia, la realidad. Estas tres palabras tensan la trama de nuestra glosa. A modo de rima incesante.

A. Koyré apunta una premisa primordial. Quisiera considerarla sin tomar en cuenta ni el orden ni la secuencia conceptual del argumento. Quisiera que la totalidad, la integridad, la entereza de la concatenación vayan vislumbrándose de modo gradual.
?De lo que se trataba no era de combatir teorías erróneas o insuficientes sino de transformar el marco de la misma inteligencia; de trastocar una actitud intelectual, en resumidas cuentas muy natural, sustituyéndola por otra, que no lo era en absoluto (2).
Puede verse que no viene al caso discutir, criticar, en última instancia, destruir un supuesto teórico para reemplazarlo por otro. La opción, la visión, calan más hondo. Algo más vasto y complejo está en juego: la posibilidad de asentar los cimientos de la teoría en otro suelo.

Necesario es depojar a la teoría de atavíos pulidos por la costumbre al extremo de confundirse con ella misma. En la mira, la inteligencia y la naturaleza. O más bien: una metamorfosis de lo que ellas son y representan. En cuanto tales y en el lenguaje. Nótese que el cuestionarse acerca de una de ellas, ipso facto, turba y perturba a la otra. Como si entre ambas existiese un nexo, un lazo cuya especie compareciera gracias a semejante indagación.
?En cuanto a la experimentación ?interrogación metódica de la naturaleza? ésta presupone tanto el lenguaje en el que se formulan sus preguntas como el vocabulario que permite interpretar las respuestas? (3).
Ninguna pregunta, ninguna respuesta vive fuera del lenguaje. El lenguaje es lo primero. La primera opción. Por mi parte prefiero la palabra apuesta pues resguarda el riesgo propio del pensamiento.

?Ahora bien, si es en un lenguaje matemático, o más exactamente, geométrico, en el que la ciencia clásica interroga a la naturaleza, este lenguaje, o mejor dicho, la decisión de emplearlo ?decisión que corresponde a un cambio de actitud metafísica? no podía, a su vez, ser dictada por la experiencia que iba a condicionar? (4).

Estas líneas dicen mucho y callan otro tanto. Se ha optado por un lenguaje, el matemático. Señalemos un señuelo: a simple vista pareciera que el lenguaje pudiese elegirse casi por conveniencia. No hay tal. La ?experimentación? es muda al respecto. O mejor dicho, sólo es posible en y a partir del lenguaje; ?la decisión de emplearlo? proviene del giro acaecido suelo adentro, en la metafísica. El pensamiento enfrenta ?la comprensión de lo real?. A tal efecto se contrae y en consecuencia se afina y agudiza. Contempla la ruina de su propio fundamento. ?... esfuerzo que condujo, en ocasiones, a una verdadera ?mutación? en el intelecto humano: transformación merced a la cual algunas nociones laboriosamente ?inventadas? ... llegan a ser no sólo accesibles, sino incluso fáciles y evidentes ...? (5).

Lo evidente pertenece a este nuevo sentido común. Tal vez lo común de ese sentido sea esconder dentro de sí aquello por lo cual es y existe: el invento.

?... estamos tan acostumbrados a la ciencia matemática, a la física matemática, que no notamos la rareza de un punto de vista matemático sobre el ser, la audacia paradójica de Galileo al declarar que el libro de la naturaleza está escrito con caracteres geométricos ...? (6).

Aquí se define una frontera: el antiguo sentido común prescindía de la matemática.
La figura de Galileo _cuyo nombre no ha mucho apareció en estas páginas_ adquiere un aura cuyo contorno es difícil deslindar ?... la historia del pensamiento científico presenta grosso modo, tres etapas que atañen, a su vez, a tres tipos de pensamiento. Primero, física aristotélica; a continuación, física del ímpetus ... elaborada en el siglo XIV por la escuela parisiense de Buridan y Nicolas de Oresme; finalmente, física matemática, experimental, arquimediana o galileana ... son estas tres etapas las que encontramos en las obras de juventud de Galileo ...? (7).
Adviértase que el decurso histórico se recoge y culmina en una misma obra. Pareciera que el científico italiano fuese la física en persona. El eco de esta última palabra no ha de olvidarse.

¿Qué quiere decir una física arquimediana o galileana?

?... una física matemática deductiva y ?abstracta? ... física donde las leyes del movimiento, la ley de la caída de los graves son deducidas ?abstractamente?, sin hacer uso de la noción de fuerza, sin recurrir a la experiencia de los cuerpos reales? (8).

Cabe aquí detenerse y dudar: ¿no era acaso la comprensión de lo real el oriente de esta travesía? Sin embargo los cuerpos reales parecen haber perdido realidad. Y realeza: han sido dejados de lados ¿Entonces?

?... los objetos de la física galileana, los cuerpos de su dinámica, no son cuerpos ?reales? ... ?reales en el significado del sentido común?? (9).

La frontera aludida ha sido transpuesta. La realidad ya no es la misma. Ni el sentido. Ambos términos se han desprendido de antiguas adherencias. Nada queda de sus rasgos familiares. La teoría es metamorfosis y la metamorfosis teoría: se instaura una nueva ecuación.

Realidad, naturaleza, existencia: adivinar la variante de cada una de estas deidades del lenguaje significa dar figura a una figura sin figura; significa fijar esa instancia en virtud de la cual nada conserva nada de sí: ni rasgo ni raigambre. El pensamiento inventa un suelo intacto.
?... lo que es preciso explicar o comprender, según Galileo, no es el hecho en sí de la caída: no se trata de encontrar la causa por la cual los cuerpos caen. Lo que busca es la esencia del movimiento de la caída? (10) .
He subrayado una palabra enraizada en el idioma de la filosofía. Surge, aquí, en un recodo de la frase, precisando el giro aludido. Trae consigo ecos antiguos y sin embargo una música nueva se percibe a través de sus sílabas. Instala una tienda precaria en la frontera de la historia. En breve, inaugura la Scienza Nuova.

?Del hecho de los datos experimentales, de los ?síntomas? del movimiento acelerado Galileo se remonta ?o desciende? a su definición esencial. ... busca el principio, es decir, la esencia de ese movimiento ...? (11)

Esta cita entrega un vocablo equivalente: principio. Y señala o sugiere un derrotero: la búsqueda de sinónimos, de puntos de referencia, dispersos en esta planicie, acaso cardinales. ?Lo que se trata de encontrar es la naturaleza de ese modo de movimiento, su esencia o, si se prefiere, su definición (lo que quiere decir lo mismo)? (12)

y a mayor abundamiento:

?Esa naturaleza es la que constituirá ese principio evidente e indudable, axioma fundamental que permitirá deducir todo el resto? (13)

Esa naturaleza ?definición, principio, axioma, esencia? no es natural ni pertenece al sentido común.

?Galileo parte de la idea de que las leyes de la naturaleza son leyes matemáticas. Lo real encarna lo matemático? (14) .

Matemática y Realidad ?las mayúsculas intervienen aquí de modo propicio? se reflejan entre sí. En el límite, esa reciprocidad constituye lo propio de la Ciencia clásica.

?... la teoría, la fórmula, no se aplica a los fenómenos del exterior, no ?salva? esos fenómenos, expresa su esencia? (15) .

Es menester atender al alcance de esta afirmación, concisa y densa:
Un postulado central de la ciencia griega __salvar las apariencias__ pierde vigencia.

La distinción entre experiencia y teoría se diluye.

La ciencia apunta a la esencia.
En sus libros Koyré reitera dos rasgos de la ciencia clásica: la geometrización del espacio y la disolución del Cosmos. Hoy en día, estos conceptos forman parte, a su vez, del _sentido común_. La orilla extrema, el horizonte de su pensamiento se destaca y desprende, pienso, en otras ocasiones, Verbigracia:

?De lo que se trata aquí no es de la certeza ... sino del ser; ni siquiera del empleo de las matemáticas en la física ... sino de la estructura de la ciencia, y, por lo tanto, de la del ser? (16) .


III

La Actitud fenomenológica


Naturaleza, existencia, realidad. Al iniciar una lectura de Husserl estos vocablos traen consigo una especie de admonición cuyo alcance no cabe, por ahora, precisar.

Me refiero a las lecciones (17) impartidas por el filósofo durante el invierno 1910?1911. Estas fechas permiten suponer que Koyré asistió a las sesiones. Hoy día, noventa años después, se escucha un curioso canon, entonado a destiempo por le maestro y el discípulo.

El comentario consiste en prestar oído al acorde. Husserl tiene la palabra:
?... los números de la Aritmética, como números puros de la serie numérica, no son cosa alguna ni en ningún sentido hechos de la Naturaleza? (18)
?En el espacio real de la Naturaleza, no hay ninguna idea de espacio o de triángulo ...? (19)

?... la Aritmética, la Geometría ... no contienen enunciados sobre lo real existente. Las proposiciones de estas disciplinas tienen validez?como proposiciones puras? tanto si se da lo existente como si no? (20)

Una interrupción apenas, modulada en preguntas: ¿qué hay de los objetos, de las cosas, de lo existente? ¿Cómo se caracteriza este dominio ajeno a la naturaleza?

?... a la actitud natural empírica le queda lejos el pensamiento de la pura idea? (21)

El pensamiento se aleja sin retorno del sentido común.

?... ahora corresponde dar el paso o tomar la resolución de ver y asegurar la pureza del a priori, es decir, su libertad frente a lo existente? (22)

Otra pausa: he desarticulado frases y párrafos del pensador. Provocando vacíos alrededor de los conceptos. Ojalá esta presentación incite e invite a una lectura continua y continuada de la letra del texto.

?Cada idea tiene siempre como tal la propiedad de que le corresponde un conjunto puro de individualidades respecto al cual no se ejecuta ninguna posición existencial? (23)

A cada paso lo existente está puesto en juego, en cuestión, en veremos.

?Tales ideas actúan entonces como objetos ...? (24) Corto aquí para subrayar el vocablo como : pensar conduce a tal estado, expuesto a través de una comparación. La identidad subyacente parece, no obstante, de sentido único. ¿es válido decir: objetos como ideas?

?Tales ideas actúan entonces como objetos y a la vez posibilitan enunciados con el carácter de una generalidad incondicionada, en relación a las individualidades correspondientes pensadas de un modo general indeterminado, mas no puestas como existentes? (25)

La respuesta a la interrogante anterior es simple y escueta: no.

La reflexión está adosada a un acantilado.

?Frente a tal interpretación de lo matemático se necesita, ante todo, la eliminación de cualquier posición, aunque sea indeterminada, de existencia ...? (26)

Los objetos se desvanecen, ya no están a mano. O mejor: las cosas, pese a su cercanía, se ausentan de esta indagación dedicada ?... a captar el a priori, las esencias ideales, en su pureza frente a la existencia ...? (27)

El vocablo esencia recoge una larga tradición. Husserl le atribuye y otorga una inflexión peculiar.

?La actitud esencial, que es finalmente la de la ideación intuitiva, lleva a que se dé una esfera nueva, libre de existencia, que en cierto sentido puede ser descrita como filosófica ?(28)

Aquí estamos ante una compleja ecuación que determina la región misma de la filosofía. Estamos al pie de la cuesta.

?El paso desde el a priori impuro de la matemática empíricamente limitada al a priori estricto de la matemática pura tiene un gran significado filosófico ...? (29)

Ese paso, acto teórico crucial ?la raíz y las ramificaciones de este epíteto han de recordarse? es definitorio y definitivo.

?... quien no lo ha dado no puede jamás escalar las alturas de la verdadera filosofía? (30)

Ese paso inicia un giro cuyo contorno se deslinda

?Ahora ponemos entre paréntesis cada acto empírico ...? (31)

Una vez dado el primer paso, el pensamiento anterior se resquebraja, se deshilacha, se deshace. La mirada depone su pasado.

?La actitud que con ellos hemos descrito se denomina, frente a la actitud natural, actitud fenomenológica? (32)

Asimismo

?... en le campo de la Fenomenología no tenemos otra cosa que una especie de giro del conocimiento de la Naturaleza en conocimiento fenomenológico? (33)

Esta descripción, sucinta en demasía, casi un atisbo, deja ?creo? avistar una semejanza entre el método seguido por Husserl y la invención de la ciencia clásica considerada por Koyré. Y estas palabras del filósofo ?A la Naturaleza como factum contraponemos la Naturaleza como idea. A la Naturaleza como factum se refieren las ciencias de la Naturaleza en su sentido usual (ciencias empíricas); a la Naturaleza como idea se refieren las ciencias puras de la Naturaleza: la Geometría, la teoría pura del tiempo, de los movimientos...? (34)

podrían, sin mayores modificaciones, haber sido pronunciadas por el historiador.

IV

Epílogo

La naturaleza, la existencia, la realidad: alegorías casi, engarzadas en el idioma. Un espacio inmenso permanece entre ellas. La teoría luce su ley y su destreza al amparo de tales contornos.

Sea un objeto, una cosa cualquiera. Piedra o pañuelo. La descripción certera, cuidadosa, atinada de las aristas, de los juegos de luz, de cada detalle, semeja paseo por los bordes, de extrema lentitud. La descripción reitera lo visible, sopesa en frase la fase de proximidad. La existencia del objeto atraviesa los sentidos. Y la historia del pensamiento. Conviene abreviar.

Husserl dice: ?La experiencia completa es algo infinito. Pedir la experiencia completa de un objeto en un acto definitivamente cerrado ... es un contra sentido, algo excluido por la esencia misma de experiencia? (35)

Cabe atender a la palabra existencia sesgando su entorno acostumbrado. Un desvío por la aritmética elemental sale al paso.

Por definición un número igual a la suma de sus divisores propios es perfecto . Así 6 = 1 + 2 + 3, 28 = 1 + 2 + 4 + 7 + 14. Los números perfectos conocidos son pares. ¿Hay números perfectos impares?

La existencia de semejantes números es un problema abierto. Sin embargo, en esta instancia, aparece o se introduce una variante en la reflexión: los matemáticos han encontrado y descrito propiedades de tales números. Por ejemplo: un número perfecto impar no puede ser divisible por 105, debe tener al menos ocho factores primos, etcétera (36) .

Estos atributos especifican rasgos de números que acaso no existan .

A veces el arte convierte en materia verbal el paso de la mano por el mármol, los matices de una mirada. El discurso se detiene en minucias cada vez más finas: en virtud de un hallazgo todo se condensa en una consonancia.

La matemática otorga un horizonte inesperado.

La efigie de un objeto decae poco a poco. La fidelidad de la réplica pierde pie. El protocolo pausado se disipa.

Ninguna existencia reside en la peculiaridad de un cuerpo.

Ninguna existencia florece en la devoción de un recuerdo.

Ninguna existencia avala la libertad del lenguaje.

Suspendida, sin hora ni día, la existencia no existe.

Entonces nace la fenomenología.

Notas y Referencias

La formación inicial de Alexandre Koyré (1892?1964) fue filosófica. Residió en Göttingen entre 1909 y 1913, en el entorno de Edmund Husserl (1859?1938). La elaboración de sus primeros trabajos está vinculada a las investigaciones que se llevaban a cabo en el medio fenomenológico. E incluso consideró la posibilidad de presentar una tesis sobre temas afines. En marzo de 1912 Husserl rechaza la candidatura de Koyré. El futuro historiador del pensamiento científico abandona Göttingen, se radica en París y redacta, bajo la dirección de F. Picavet, ?L?idée de Dieu dans la philosophie de Saint Anselme?. Este giro intelectual no implicar sin embargo un corte brusco con su pensamiento anterior. Sigue en contacto con Husserl e invita a su maestro a la defensa de su tesis (La Philosophie de Jacob Boehme, 1929). Por lo demás colabora en la traducción francesa de ?Las meditaciones cartesianas? (1931).La impronta de la fenomenología puede rastrearse en diversas actividades de Koyré. En 1931 funda ?con A. Spaier y H.?C. Puech la revista ?Recherches Philosophiques? que introduce en Francia el pensamiento de los discípulos de Husserl; es miembro, asimismo, desde sus inicios en 1940 de la ?International Phenomenological Society? (ver K. Schuhmann ?Koyré et les phénoménologues Allemands?, in Science: The renaissance of a history Nº 152, Proceedings of the International Conference A. Koyré, Paris, Collège de France, 10?14 June 1986; ed. by P. Redondi).
2A. Koyré _Estudios Galileanos_; trad. M. González Ambóu; Ed. Siglo XXI, 1980, p. 5.
3Op. cit.; p. 3
4Ibid., p. 3
5Ibid., p. 1
6A. Koyré _Estudios de historia del pensamiento científico_ trad. E. Pérez Sedeño, E. Bustos. Ed. Siglo XXI, 1988, p. 170.
7A. Koyré _Estudios Galileanos_ op. cit., p. 6
8Ibid., p. 71
9Ibid., p. 72
10 Ibid., p. 77
11 Ibid., p. 146
12 Ibid., p. 78
13 Ibid., p. 78
14 Ibid., p. 147
15 Ibid., p. 147
16 A. Koyré _Estudios de historia del pensamiento científico_, Op. Cit., p. 172.
17 Recogidas en: E. Husserl _Problemas fundamentales de la fenomenología_, Edición y traducción de C. Moreno y J. San Martín, Alianza Editorial, 1994.
18 E. Husserl, op. cit., p. 60
19 Ibid., p. 63
20 Ibid., p. 61
21 Ibid., p. 62
22 Ibid., p. 62
23 Ibid., p. 61
24 Ibid., p. 61
25 Ibid., p. 61
26 Ibid., p. 62
27 Ibid., p. 62
28 Ibid., p. 63
29 Ibid., p. 63
30 Ibid., p. 63
31 Ibid., p. 82
32 Ibid., p. 82
33 Ibid., p. 130
34 Ibid., p. 63
35 Ibid., p. 80
36 W. Dunham _Euler the Master of us all_, The Mathematical Association of America, Dolciani Mathematical expositions, Nº 22, 1999, pp. 12_16.



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