ANTROPOSMODERNO
Ecosofía: el nuevo nombre de la filosofía política
Ernesto Hernández B [email protected]

El grito -el pensamiento tiene sus propios gritos-, el grito no es propiamente lo histórico del pensamiento. Tal vez el grito sea una especie de proto-pensamiento, pero de ninguna manera es la condición que haría posible al pensamiento.

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Ecosofía: el nuevo nombre de la filosofía política

”¡La vida no es obvia!... ¡La vida apenas si es vivible!"
”¡Hay que reinventar todo!... ¡Hacer florecer el Sahara!"
Félix Guattari.
Ernesto Hernández B
[email protected]


El grito -el pensamiento tiene sus propios gritos-, el grito no es propiamente lo histórico del pensamiento. Tal vez el grito sea una especie de proto-pensamiento, pero de ninguna manera es la condición que haría posible al pensamiento. No es el comienzo de una experiencia de la que se diría qué es pensar. Tampoco el final de algo así como la angustia del pensador, la detención recta e incomprensible del pensamiento. Se grita ”ante", ante la muerte. En tal sentido el grito está plenamente presente en el pensamiento y cada creación seguiría siendo incomprensible, permanecería como muerta si no encontramos ese grito, ese momento en que el pensador grita, en que el pensamiento deviene: rata, como en Hofmannsthal; acéfalo, como en Artaud; raza oprimida, bastarda, negra, como en Rimbaud; coleóptero, como en Kafka; garrapata, como en Deleuze; esquizo, como en Guattari; banda, como en Jorge Amado; perro como en Fitzgerald, o en Abel Ferrara: el perro que le ladra al Cristo; flor o abejorro, como en Proust,..
En Guattari hay dos gritos ; un grito armónico, vertical, extremadamente violento: ¡La vida apenas si es vivible! y un grito rasante, especie de sacudida rítmica que viene de muy lejos, una especie de grito interno al pensamiento mismo: ¡Hay que reinventar todo! Y este doble grito, ni dirigido (”contra"), ni sustitutivo (”en nombre de"), - que ya no se complace en las idealidades de la aspiración consensual o erudita de moralización de los Estados (propia de un pensamiento comunicacional), ni se hunde en la angustia paralizante de un sujeto pensante crispado ante la pérdida de sus referencias objetuales (propia de un pensamiento reflexivo y contemplativo) - afronta la subjetividad contemporánea, haciéndola girar y abrirse a su afuera en el movimiento mismo de su autoproducción.
Este camino creador, este movimiento de resubjetivación (que el mismo Guattari califica de post mediático) como devenir ecosófico de la filosofía, es el proceso engendrador de una filosofía política, o su devenir objetivo. Una filosofía política que al confrontar la lógica del abrazo circular entre el objeto y el sujeto, que Eric Alliez ha sintetizado en la fórmula de la ego-onto-teología (yo-el mundo-Dios), vuelve a colocar al pensamiento en la relación del territorio con la tierra. ”Punto de máxima tensión entre la homogénesis identificatoria y la heterogénesis constructivista" , bajo el signo de una razón contingente (homo natura: la vida sobre la tierra es absolutamente contingente, homo historia: sólo hay historia de lo contingente) que expresa la necesidad absoluta (de la tierra al territorio) como contingencia creadora. ”La procesualidad individuante de la fuerza anónima" consiste en consistir: el territorio no existe antes de los ritmos que intervienen en su constitución, más bien el territorio se construye en el encuentro de los ritmos, en un medio dado, en tal sentido sus dimensiones espacio-temporales no son datos fundadores sino resultados, enviscamientos del movimiento infinito, engendradores de su finitud. Y en tal sentido no deja de hundirse de nuevo en el caos, de caotizar. Entonces la conexión moderna de la filosofía con el capitalismo no es una conciliación ideológica, del orden del consenso democrático, ni la producción de figuras espirituales que harían del concepto una mercancía. Vuelta contra el ideal democrático invoca una nueva tierra, un nuevo pueblo: ”una conjunción de la filosofía con el medio presente" como filosofía política, donde los estados de cosas ya no se confunden con el acontecimiento. Los accidentes históricos constituyen algo así como la historia, pero los acontecimientos, las virtualidades constituyen un territorio, y unos y otros no se agrupan o dividen de la misma manera. La filosofía invoca, entonces, un plano de inmanencia que desborda el límite de la inmanencia referida al capital. Movimiento absoluto del pensamiento en sí mismo: potencia absoluta del pensamiento liberado de sus accidentes tanto interiores como exteriores, por venir y ya llegado en la absolutez de una conciencia inmediata .
Conviene situar aquí de un lado el con junto de los componentes de esta filosofía o mejor aún de esta ecosofía con sus cuatro cabezas: flujos, máquinas, territorios y universos; como también los regímenes semióticos del C.M.I. (Capitalismo Mundial Integrado): semióticas económicas, jurídicas, técnico-científicas y de subjetivación. No en el sentido de que exista un paralelismo entre los componentes y los regímenes, sino en el sentido en que para dar cuenta de la inseparabilidad de las semióticas capitalistas, de su mutua recurrencia, de sus sistemas de relevos, ya no es posible una teoría universal del tipo infra o superestructura, ni tampoco una sustitución mecánica de ésta por una nueva teoría, sino más bien un con junto, una multiplicidad de componentes de subjetivación cada uno relativamente autónomo respecto de los otros, instaurándose en posición abiertamente disensual . Por ejemplo la subjetividad científica con sus múltiples cabezas: institucional, social, individual, creacionista, etc., especie de caos homogenético que atraviesa la producción científica, y el trabajo transversalista del científico, de la comunidad científica para establecer sus referencias finitas, y la producción heterogenética de posibles (funciones o proto-funciones).
1. Al deslizarse, al descentrarse respecto de los ejes cientificistas dominantes en el análisis del estado actual de cosas, la ecosofía construye un nuevo paradigma que arranca su ”objeto" a la enunciatividad discursiva, a la lógica de los conjuntos discursivos; tanto como el ”sujeto" es lanzado por fuera de la circularidad significante. La relación sujeto-objeto se encuentra ahora cogida en una heterogénesis existencial y enunciativa altamente compleja. El ser o la existencia ya no se pueden fijar de manera definitiva, la persistencia en ser señala su perpetua fuga más allá de cualquier engendramiento primordial, la existencia deviene modo de vida. Modos de vida sumergidos y bañados por una especie de quiasma, de entre cruzamiento siempre múltiple y multiplicado, de vértigo, que invoca permanentemente gestos, posturas, actitudes del orden de lo pre-discursivo. En este punto es necesario invocar una pragmática de la enunciación, una semiótica capaz de acoger la polifonía de las nuevas modalidades de existir, de devenir, de mutar.
2. Consecuentemente con este descentramiento, hay que señalar la necesidad de singularizar el concepto de subjetividad. Pues ya no puede permanecer inscrito en la lógica de la superestructura que metaboliza el espacio y el tiempo, la historia, des de el punto de vista de la oposición y la unidireccionalidad.
Y aquí la relación sujeto-objeto cede su lugar a una multiplicidad de focos enunciativos, a una narratividad y una virtualidad que renuevan, engendran y hacen proliferar nuevos posibles. Al invocar esta creatividad subjetiva, la ecosofía descubre otros caminos de experimentación y des envolvimiento de la creación imposibles de agotar en los modelos de la representación (del tipo relación con la naturaleza, o superación de la historia). Una aglomeración de afectos y perceptos, un arrumamiento que al superar un umbral de consistencia abre la creación hacia nuevos universos de valoración y de existencia. Hay aquí algo así como contaminación, propagación vírica, infección. Lo posible solo es posible en la medida en que supera un umbral, rebasa un límite, a partir del cual ya no se es yo mismo (como lo era antes en cuanto estaba cogido en las dimensiones de la representatividad); más allá de sí mismo conoce rá a los suyos, embarcándose en extraños universos, resingularizando nuevos modos de existir y de pensar, de resistir.
3. Y aquí aparece, emerge una nueva monstruosidad, que Guattari ha llamado alteridad, y para la cual insiste en su esencia maquínica. Entidad, incorporalidad, que trabaja en el sentido de una práctica, de una pragmática, de una liberación persistente e intensa de elementos concurrentes en la génesis ontológica de nuevos agenciamientos. Se trata de una ontología arranca da del plano inmóvil, al que la había condenado el pensamiento clásico, y que ha persistido bajo diversas modalidades en el pensamiento y la filosofía política moderna. Podemos afirmar, entonces, que esta filosofía política restablece la identidad filosofía-ontología que Deleuze nos ha mostrado respecto al spinozismo. ¿Sería desacertado afirmar de la ecosofía que es la ontología para una era post-media?: perspectivas fácticas de renacimiento, de autoengendramiento, retomadas en el momento de su inusitada emergencia. Algo así como retomadas de cero, en el momento en que la instantaneidad y la simultaneidad se imbrican y presuponen ya no para el engendramiento espacio-temporal (dimensionalizados sobre los ejes fijos de las coordenadas universales: ”Aún el cielo sufre de sus puntos cardinales y de sus constelaciones" ), sino en un intercambio intenso entre los infinitos y los bucles de espesamiento, de desaceleración que engendran las finitudes, aún en su precariedad y fugacidad (como dice Guattari: ”como cuando se habla de Uranio enriquecido", o Virginia Woolf: ”Hay que saturar el átomo").
4. Ritornelos, ritornelos. El in tenso y persistente golpeteo del caos, de la caída, del hundimiento caótico atraviesa toda ”obra" (en lo que implica como modo de existencia). Guattari dice: ”le sumo el ser de un existir de otra manera y le arranco nuevas intensidades", del cuerpo, de su arma dura se desprende, en fuga, una carne, un bloque de sensación. Nueva caída, nuevo hundimiento, como si la materia sólo se hiciera sensible en su caída (Bacon). Y entonces nuevo pliegue, rearticulación, creación que al constituir un nuevo adentro conjura las fuerzas exteriores del caos que amenazan con devorarlo todo. He aquí otra manera de comprender las relaciones del adentro y el afuera en su doble reciprocidad -señalemos de paso la importancia de Foucault respecto a esta temática y que Guattari retoma y renueva al introducirla y hacerla jugar en una nueva dimensión de lo ético-estética y lo ético-política- lo cual implica que toda creación tenga que vérselas necesariamente con el limpiado, el barrido, la puesta en cuestión de las estructuras y códigos establecidos en los planos de inmovilidad vigentes, así como con la caída caósmica en las nuevas materias de expresión (la imagen digital, el diabolismo binario, las nuevas modalidades de la acción y la existencia).
5. Elementos científicos, filosóficos, artísticos que, desprendiéndose de sus respectivos dominios, alcanzan un grado de velocidad pura, de sobrevuelo, y atravesando vertiginosamente sus planos referenciales relativos en un movimiento de transversalidad, conectan con otros elementos de otros dominios, creando mundos donde componentes de distinta naturaleza adquieren concreción. La transversalidad es, tal vez, la manera práctica de constitución del campo trascendental real, formado de singularidades nómadas, preindividuales y prepersonales. Rigurosa mente un criterio maquínico de composibilidad que no solo acoge las consonancias, las convergencias pre-establecidas, sino también las disonancias, las divergencias que se afirman, se interpenetran y modifican en un movimiento expansivo, en una especie de fusión en bloques de capturas transitorias. Intra e inter monadismo abierto a un movimiento lineal que irremediablemente ha renunciado a todo centro, a toda circularidad, y donde el lanzamiento reencadenado de los dados sobre el plano anómalo de la vida reactiva el movimiento intenso de la creación: expresionismo maquínico, don de lo expresado y la expresión se confunden y envuelven doblando la monadología con una nomadología.

Pragmática de la existencia

La devaluación de los medios tradicionales de concertación y de acción en lo social, lo mental, lo medio-ambiental, ha demostrado su ineficacia radical, por la simple razón de que no pueden desprenderse de sus compromisos con un mercado moral en el orden internacional (lo políticamente correcto; lo creíble a nivel de los estados, gobiernos y entidades ecuménicas con sus zares y secretarios) mercado moral que se conjuga y adecua a los intereses del mercado de las drogas (el escándalo evidente de este tipo de relación siempre estará justificado por las ”razones de estado") y con el mercado mundial de bienes, servicios y medios. Los partidos y organizaciones políticas tradicionales seguirán sosteniendo y abrazando las maquinarias estatales, y las formas de democracia parlamentaria (basadas en las grandes maniobras de mediatización de la política), y esto sucederá aún si las poblaciones desertan cada vez más de los procesos electorales. Es, pues, notoria la inadecuación de estos sistemas para resolver las nuevas situaciones de proliferación de enunciadores parciales de subjetividad y entre nosotros se ha hecho patente con el juego cínico de manipulación parlamentaria de las circunscripciones especiales.
En los países latinoamericanos, pero también en la situación dominante en las zonas de subdesarrollo de los grandes centros capitalistas, los jóvenes arrastrados por flujos de di vergencia cultural (una música venida de otra parte, modos de vida formados al azar según el temor de las mediaciones televisivas y recompuestos según las modalidades locales de cuadra, de barrio), pero también de convergencia existencial sobre territorios persistentemente empobrecidos o devastados, territorios constituidos por movimientos de invasiones provocadas, en buena parte, por la desterritorialización violenta de los campesinos (los desplazados); estos jóvenes ya no embargan sus subjetividades sobre paradigmas de identidad, crean nuevas nacidas del arrumamiento de elementos discordantes, móviles, heterogéneos, que reaccionan sobre su memoria existencial neutralizándola o mezclando sus elementos vagos, descodificados, desprendidos de su antigua configuración (por ejemplo el tam-tam costero, tan importante en las formas latinas del rap). Es evidente que estas nuevas subjetividades remiten a una hiper-complejidad no formalizable en las ofertas subjetivas de consumo, de subempleo, de precaria seguridad social. En tal sentido los jóvenes cabalgan a contrapelo flujos de naturaleza divergente y heterogénea que ya no se cierran, ni resuenan sobre modelos de identidad, más bien restablecen localismos precarios, frágiles, que se consolidan en identidades vagas y a menudo monstruosas, ancladas muchas veces sobre semióticas pueriles o violentos movimientos de desestratificación. Más aún, se desencadenan violentos procesos de individuación siempre múltiples no sólo en las ciudades, sino también en el campo, donde la subsistencia está ligada, cada vez más, a su reclutamiento o a su compromiso voluntario con ejércitos, de los que generalmente desconocen su procedencia y objetivos, pero que les garantizan una parte de sueño, de quimera, no despreciable (marcadamente importante en los movimientos guerrilleros y neo-guerrilleros en América Latina). Procesos de individuación variables y siempre sometidos a la interdicción, cuando no al exterminio estatal, para-estatal o de organismos internacionales (ONGs y demás), que desconociendo la capacidad gestionaria de sus propias vidas y asuntos comunitarios les procuran e imponen axiomáticas (formas concertadas de envilecimiento) de resocialización, reinserción, pacificación, etc., inevitablemente destinadas al fracaso.
La ecosofía asume, en tal sentido, la responsabilidad de reconstituir una polaridad progresista, alejada de las referencias bipolares tradicionales. En este ámbito las mezclas conservaduristas, neo-fascistas, ecologistas, neo-izquierdistas, de resistencia civil o armada, deben tener un lugar. Y esto en la medida en que, al retomar los tres aspectos de la ecosofía (como ecología mental, social y medio-ambiental), se empeña en reconstruir una procesualidad dinámica, capaz de captar en el momento de su alumbramiento el elemento de alteridad, el surgimiento y poblamiento de entidades virtuales capaces de reengendrar los posibles, pero también de integrar el elemento global de la biosfera: la superpoblación planetaria, la situación de la mujer, la explotación del trabajo infantil, la devastación del Amazonas, la hambruna continental, el sub-empleo; el empobrecimiento genético de la vida animal, vegetal y humana sobre la tierra, la usurpación de los genomas a las poblaciones indígenas, la propagación teleguiada de modos-de-existir-y-pensar-para-el- mercado, etc. La ecología de lo virtual como refundación de las prácticas políticas. Pues hoy como ayer las entidades finitas, sus esquemas de producción, de cartografía, de procesualidad e inscripción sobre un territorio, de génesis virtual pero también de actualización irreversible, de significación polivalente o en ruptura de sentido, remiten a una heterogénesis ontológica, a una ritornelización de las fuerzas en el hombre. Nada está dado de entrada, ¡hay que reinventarlo todo!
Tal vez un nuevo federalismo y el reclamo autonomista sean los puntos de partida de una apertura renovadora de la política. Apertura capaz de tomar en cuenta las luchas territoriales de las ”guerras sucias" en América y áfrica; los actuales desarrollos tecnológicos, informáticos y telemáticos para resituar los efectos y nuevos problemas planteados en la industria, en el empleo y el desempleo, en el uso del tiempo libre con la automatización y robotización; en lo jurídico con el mercado de órganos, con la donación, la reproducción humana en laboratorio, etc. Ahora bien, este federalismo y esta autonomía no pueden reducirse simplemente a una toma del aparato o del poder de Estado, debe, necesariamente, pasar por negociaciones locales y coordinaciones globales que definan sus finalidades en términos de su finitud, su singularidad, su facticidad y su eventual abolición.
Apenas si hemos dibujado los trazos gruesos de una creación filosófica y axiológica cuya constelación actual, al desbordar los marcos de referencia y las coordenadas pre-establecidas para el análisis y la enunciación ecológica y política, acoge un empirismo trascendental, una estética materialista y una etología de lo virtual, en los que todo lo rechazado vuelve, emerge como insistente foco de alteridad, de resingularización, que dará lugar, eso esperamos, a una nueva inteligencia del oikos (de la casa del mundo) y a una renovación práctica del ethos (de los modos de habitar).

Publicado en la revista Nómadas, nro. 8 de marzo de 1998




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