ANTROPOSMODERNO
Milton Santos (1926-2001), un hombre necesario
Miguel Panadero Moya

En la última semana del pasado mes de junio la red de internautas se llenó de mensajes transmitiendo por toda Latinoamérica y Europa la noticia del fallecimiento de una de las más ilustres personalidades de las ciencias sociales del siglo XX, el geógrafo brasileño Milton Santos.

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En la última semana del pasado mes de junio la red de internautas se llenó de mensajes transmitiendo por toda Latinoamérica y Europa la noticia del fallecimiento de una de las más ilustres personalidades de las ciencias sociales del siglo XX, el geógrafo brasileño Milton Santos. Como recordaba en su comunicado la Presidenta de la Asociación de Geógrafos Brasileños, despedíamos a un intelectual que pensó y luchó por un mundo diferente del actual, por un mundo mejor, por un tiempo más lento, por una convivencia más solidaria, por un respeto a las diferencias, por una nueva forma de vivir esta nuestra historia y nuestra geografía, por una globalización distinta donde la ciudadanía sea plena y donde el espacio para la emoción sea posible.

La desaparición de Milton Santos deja un importante vacío en la cultura del naciente siglo XXI, privada de uno de sus más genuinos valores. Geógrafo lúcido y brillante, sus opiniones se caracterizaban por la firmeza y la profundidad de su juicio, cualidades que se distinguen también en sus numerosos escritos. Las propuestas de Milton Santos constituyen una fuente inagotable de estimulantes ideas que a nadie dejan en la pasividad.

Nació en Brotas de Macaúbas, en la brasileña Chapada Diamantina, en el Estado de Bahía, en 1926. En Salvador cursó sus primeros estudios así como los universitarios; siguió éstos en la Facultad de Derecho de la Universidad Federal de Bahía, dándoles término en 1948. Sin embargo, no se desarrollaría en el campo del derecho la vocación de Milton Santos, sino en el de la enseñanza. En 1954 ingresó como profesor de la Facultad Católica de Filosofía de Salvador de Bahía. Allí tendría ocasión de convivir con maestros franceses de geografía, manteniendo un encuentro seminal del que nació su determinación de dedicar su atención a esa ciencia.

Desde ese momento la vida de Milton Santos se ha descrito como una secuencia de triunfos y contratiempos, de honras y sinsabores. Doctor en Geografía por la Universidad de Estrasburgo, Francia (1958); Profesor (1960) y catedrático (1961) de Geografía en la Universidad Federal de Bahía; Presidente de la Comisión de Planeamiento Económico de ese Estado, en 1962. Lector ávido, observador infatigable, viajero forzoso, exiliado en Francia, en 1964, durante esta década y la de los setenta acumuló conocimientos y experiencias en Europa y áfrica, y en las Américas latina y sajona. Maître des Conférences Associé de Géographie en la Universidad de Burdeos, Francia (1967); Profesor de Geografía de la Universidad de Paris, Sorbonne (1968); Research Fellow del Massachussetts Institute of Tecnology, EE.UU. (1971); Full Visiting Professor, en la Universidad de Toronto, Canadá (1972); Profesor de la Universidad Nacional de Ingenieros, en Lima (1973); Profesor de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales en la Universidad Central de Venezuela (1974); Profesor de la Universidad de Dar es Salam, Tanzania (1974); Profesor Invitado de la Universidad de Campinhas, Sâo Paulo (1975); Profesor de Geografía y Planificación Urbana en la Columbia University, de New York (1976)... A finales de los años setenta regresó a Brasil, integrándose en la actividad académica con plenitud. Primero como Profesor invitado de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Sâo Paulo (1978); después, como Profesor titular visitante de la Universidad Federal de Río de Janeiro (1979); y finalmente como Catedrático de Geografía Humana en la Universidad de Sâo Paulo, institución en la que desarrollaría una fecunda labor académica hasta el final de sus días.

Extensa producción bibliográfica: originalidad, rigor y viveza

Su pensamiento sobre la disciplina y sobre los problemas sociales de la segunda mitad del siglo XX están recogidos en una extensa producción bibliográfica que sobresale por su originalidad, rigor y viveza. Milton Santos escribió más de cuarenta libros, varios de ellos con aportaciones teóricas en el campo de la Geografía Humana y del Urbanismo de gran relevancia. Su bibliografía incluye además varias decenas de ensayos y otras tantas colaboraciones en libros colectivos y en la prensa diaria, así como dos centenares de artículos en revistas especializadas. Su herencia intelectual está compendiada en uno de sus últimos libros, "A natureza do espaço. Técnica e tempo. Razâo e emoçâo", de la editora brasileña Hucitec, de 1996, traducido ya al castellano y publicado recientemente por Ariel.

El reconocimiento internacional de su magisterio le hizo acreedor de distinciones académicas en Europa y Latinoamérica, honrado con la investidura de Doctor Honoris Causa por las universidades de Toulouse, en Francia; Complutense de Madrid y de Barcelona, en España; Federal de Bahía; Federal de Sergipe; Federal de Río Grande do Sul, Estadual do Ceará, de Passo Fundo y Estadual del Sudoeste de Bahía, en Brasil; y de Buenos Aires, en Argentina. Por último, en 1994, recibió el Premio Vautrin Lud, la más preciada distinción científica internacional en el campo de su disciplina, la Geografía.

El libro jubilar "O mundo do cidadâo. Um cidadâo do mundo", con el que colegas de diversas partes del mundo, profesores, y alumnos de la Universidad de Sâo Paulo, festejaron su septuagenario, contiene también el testimonio de la presencia de Milton Santos en España desde mediados de los ochenta. Por esas fechas Milton Santos acababa de retomar la docencia en la capital paulista. Sus propuestas de entonces no eran desconocidas por los geógrafos españoles. En la bibliografía universitaria de nuestro país era ya profusamente citado y manejado un libro pionero, editado por Oikos-Tau en Barcelona con el título de Geografía y economía urbanas en los países subdesarrollados (1973), sin duda uno de los más entrañables para su autor, así como su contribución sobre "La urbanización dependiente en Venezuela" incluida en el libro de M. Castells Imperialismo y urbanización en América Latina publicado en ese mismo año por Gustavo Gili. Otras obras suyas -L'espace partagé (1975), Por uma geografía nova (1978), Pobreza urbana (1978), El trabajo del geógrafo en el Tercer Mundo (1978), Espaço e sociedade (1979), Economía Espacial (1979), Pensando o espaço do homem (1982), Ensaios sobre a urbanizaçâo latinoamericana (1982)- habían tenido menos difusión. Conocedor de esta situación, Milton Santos no dudó en aceptar la primera de las invitaciones que le cursaríamos, a fin de participar en nuestros incipientes debates sobre los enfoques teóricos y metodológicos que se aplicaban, en esos momentos, al análisis del proceso de urbanización de América Latina.

Jornadas sobre urbanización y subdesarrollo en Iberoamérica

Con ese objeto convocamos unas "Jornadas sobre urbanización y subdesarrollo en Iberoamérica", que se celebrarían en el campus albacetense de la Universidad de Castilla-La Mancha, durante el duro febrero de 1986. En ellas participaron como ponentes John Cole y Milton Santos; y en los animados debates que siguieron a sus presentaciones, también varios colegas españoles que enseguida ganarían su amistad y aprecio.

No olvido mi primer encuentro, en el aeropuerto de Madrid, con nuestro invitado. Embutido en su elegante gabán azul marino, se protegía del duro contraste entre el tórrido verano paulista, que acababa de dejar, y nuestro gélido invierno. Tuvimos después un amistoso e inevitablemente corto paseo por las calles del Madrid de los Austria, antes de iniciar la venida a Albacete, destino final de este viaje.

El ciclo sirvió para que el Profesor Milton Santos dejara constancia de su lúcido raciocinio y de las preocupaciones científicas que guiaban su pensamiento en aquellos momentos. Habló de las características del Nuevo Orden Internacional, de la "mundialización" de los fenómenos sociales, de la interconexión creciente entre los hechos que se producen en lugares distantes del planeta. Entrada la segunda mitad de la década de los ochenta, advertía que estábamos asistiendo a un conjunto de cambios profundos, generalizados e inmediatos, extendidos a todas las latitudes y a escala mundial, cuya primera consecuencia era la de acentuar las relaciones dependientes. Recordó la creciente importancia de la información, en esas circunstancias, y la emergencia de una "sociedad informacional" cuya originalidad estribaba en que confería un nuevo significado a todos los objetos geográficos y a las distribuciones espaciales.


Para ilustrar el desempeño de estos fenómenos, seguidamente presentó una expresiva descripción de algunos procesos característicos de la situación de las grandes metrópolis, ejemplificados con el caso de Sâo Paulo, la ciudad que, después de Bahía, tal vez gozó en mayor medida del aprecio de nuestro invitado. Destacó la distribución por el espacio urbano de las clases sociales y de los niveles de renta de su población; señaló algunas consecuencias derivadas del tamaño de las ciudades metropolitanas sobre sus moradores más pobres, sobre la accesibilidad, sobre su desigual participación de los servicios urbanos. Hizo observar las relaciones existentes entre tamaño y especulación, el rápido aumento del valor del suelo en las desfavorecidas periferias de las ciudades cuando las inversiones de capital mejoran sus infraestructuras, y la aparición simultánea de un proceso de expulsión de sus moradores insolventes hacia otros lugares más lejanos, degradados y desnudos.

Finalmente, en la última de sus presentaciones habló de la inconsecuencia de las propuestas de planificación importadas desde el "Norte" por los países subdesarrollados, y de la conveniencia de recurrir a otros modelos, autóctonos, para relegar la inútil "modernidad por imposición" de los primeros. Destacó, con el vibrante y sugestivo tono de su discurso, el papel del geógrafo en la planificación y cuál debe ser su objetivo prioritario, invitando a nuestra comunidad científica a mostrar ante el resto de las disciplinas las modalidades de productividad espacial aplicable a cada país. Hubo oportunidad de discutir sobre otros temas, sobre los cambios que se sucedían en el territorio y sobre la necesidad de olvidar los "pre-juicios", que, como él decía, son los padres de una inercia social a la que hay que hacer frente con la acción. En ese terreno intelectual y emocional se movía Milton Santos en esos momentos.

Poco después, en el otoño de 1990, regresó de nuevo a La Mancha para participar en dos ciclos. Primero, en la reunión del grupo de trabajo de "Estudios Regionales" del CEISAL, que organizó el Departamento de Geografía de la Universidad regional en la histórica ciudad de Almagro, y después en Albacete, en un ciclo de conferencias, que impartiría acompañado del regionalista chileno Sergio Boisier. Sus obras de esa etapa daban testimonio de su espléndida madurez intelectual: Espacio y método (1985), O espaço do cidadâo (1987), Metamorfoses do espaço habitado (1988), Metrópole corporativa fragmentada. O caso de Sâo Paulo (1990).

Reflexión y convivencia en Almagro

En la reunión de Almagro, a lo largo de unos días de reflexión y convivencia quedó de manifiesto que el pensamiento de Milton Santos se había enriquecido aún más y, en los debates del grupo de trabajo, sus opiniones, que surgían con una clamorosa delicadeza no exenta, en ocasiones, de fina ironía, describían trazos fulgurantes y esclarecedores. Puso de nuevo en cuestión las consecuencias de las interrelaciones entre la revolución tecnológica y el territorio, y el modelo de las nuevas realidades espaciales específicas de nuestro tiempo. Su marco teórico era perfecto. En la fase actual de la historia (el período científico-técnico) el espacio geográfico, al que atribuía un papel privilegiado e identificaba como "medio científico-técnico informacional", acentuó su condición de lugar de encuentro entre el pasado y el futuro. Los nuevos signos, que definían este tiempo y, a la vez, configuraban nuestro espacio, eran la percepción de la simultaneidad de los acontecimientos a escala global, la unicidad y universalidad de la técnica, la mundialización de las plusvalías gracias a la difusión planetaria de las empresas y los bancos internacionales, la ascensión de las metrópolis a realidades omnipresentes y, finalmente, el encumbramiento de la información como motor de cambios en la sociedad y en el territorio.

Mostraba que todos esos signos pertenecen a un mismo sistema de relaciones. La expansión del sistema bancario acompañó al incremento del trabajo asalariado y a la creciente exigencia de capital fijo, fenómenos que están presentes en un número cada vez mayor de territorios en los que el espacio acumula ciencia y técnica incesantemente. Como el proceso productivo tendía a concentrarse en lugares cada vez más limitados, el nuevo espacio mundial necesariamente debía configurarse como un mercado único. El papel de las grandes empresas en esta reorganización, que al mismo tiempo constituía una desorganización del orden espacial precedente, había originado una segmentación "vertical" del territorio.

Los planteamientos teóricos no apartaban a Milton Santos de las realidades cotidianas y del compromiso social. La mirada del intelectual a la situación del entorno regional fue una de las constantes de su obra. Para él, Latinoamérica tenía suficientes pruebas de la aceptación de modelos externos de modernización; consecuencia de este comportamiento debían ser consideradas las distorsiones y contradicciones sociales, territoriales, económicas y políticas que sufría. Esta visión siempre le acompañó. La población de los países latinoamericanos se enfrentaba al reto de elevar la importancia de ciertos valores autóctonos, donde lo social dejase de ser residual, convirtiéndose en un elemento capaz de subordinar a la tecnología. La geografía no podía contentarse siendo sólo crítica, escribió; para ser útil y utilizada, la crítica tenía que ser analítica y no sólo discursiva; la crítica, añadía, "puede ser hasta destructiva, mientras tenga algo que proponer, explícita o implícitamente, sin lo cual no contribuiría al avance del conocimiento".

Todavía visitó en dos ocasiones más Milton Santos la Universidad castellano-manchega en la última década del siglo XX. En sus inicios se estaban preparando los documentos que en 1992 serían debatidos en Río de Janeiro, en la Conferencia Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo. Su ideario tuvo una reflexión adecuada en la primera de estas últimas estancias de Milton Santos en Castilla-La Mancha, a fin de participar en la edición de 1994 del curso sobre Medio Ambiente Urbano que convoca cada verano la universidad regional. Sus proposiciones sobre los componentes sociales del medio ambiente serían desarrolladas un año después en el artículo "A questâo do meio ambiente: desafios para a construçâo de uma perspectiva interdisciplinar", incluido en el volumen de Anales de Geografía de la Universidad Complutense homenaje al profesor Joaquín Bosque Maurel. La segunda, al final del invierno conquense, en marzo de 1997, para participar en el IV Congreso del Grupo de América Latina de la Asociación de Geógrafos Españoles (AGEAL), ya con signos de la enfermedad que pondría término a sus días.

En su postrera visita Milton Santos desarrolló una definición del territorio como agregado de espacios banales, cuestión que había integrado en su discurso de aceptación del doctorado Honoris Causa por la Universidad de Barcelona, algunos meses antes. Las formulaciones expuestas aquí aparecerían después en sus escritos posteriores, formando el núcleo conceptual del documento "O papel ativo de la geografía; um manifesto", su último legado, presentado ante la comunidad de geógrafos en Florianópolis, Brasil, poco después, durante su XI Encontro Nacional, ya en julio del 2000.



Aproximación a la comprensión del territorio

En Castilla-La Mancha, de nuevo, Milton Santos ofreció una aproximación a la comprensión del territorio, analizando los procesos de cambio que este objeto geográfico ha sufrido a lo largo de la historia de la Humanidad. El transcurso de una organización que en sus inicios era el resultado de la actuación de comunidades aisladas caracterizadas por un alto grado de solidaridad orgánica, hasta la aparición de los Estados-Nación en los últimos siglos con sus nuevas formas convenidas; y por último, el momento actual en el que se ha impuesto la internacionalización absoluta y la globalización. Un tiempo éste, el nuestro, en el que los actores hegemónicos son las empresas transnacionales y las instituciones supranacionales, que imponen una nueva regionalización regida por la violencia del dinero y de la información.

Para desentrañar el significado del concepto de territorio como objeto de la geografía proponía desposeerlo de su sentido material y considerarlo como "cosa usada", retomar la idea de Perroux de "espacio banal", entenderlo como espacio de todas las instituciones, todas las empresas, todas las personas, y distanciarse de la visión de los espacios particulares, o de las empresas, instituciones y personas concretas. En su redefinición del objeto de la disciplina sugería la reflexión sobre pares dialécticos; sobre "territorio y mundo", importante por la existencia de actividades de extrema modernidad; sobre "lugar y mundo", que incluye la influencia de lo cotidiano sobre las escalas superiores; y sobre "lugar y territorio", y "territorio y formación social". Esta aproximación metodológica nos permitiría comprender nuestra compleja realidad; de un lado, la estructura de los procesos de división del trabajo a escala mundial, que se deriva de la rígida verticalidad económica y decisional y es responsable de la esfera del "trabajo global", frente a las expresiones más plásticas que se producen en las relaciones horizontales en el territorio animadas por un "trabajo local"; y del otro, el significado de la existencia de un territorio de lo cotidiano asociado al periodo científico-técnico-informacional, en el que actualmente se encuentra inmersa la sociedad mundial.

Sus dos últimos libros revelan el contenido de las preocupaciones intelectuales de su autor al filo del cambio de siglo; el penúltimo, "Por uma otra globalizaçâo. Do pensamento unico à consciência universal" (2000), y el último, "O Brasil. Territorio e sociedade no inicio do século XXI" (2001). Ambos, publicados por la editorial brasileña Record, tratan de presentar "un retrato de las nuevas cantidades y sobre todo de las cualidades del territorio que... ya usado por la sociedad gana usos actuales, que se superponen y permiten leer las discontinuidades en la fisonomía de las regiones. Ciertas regiones son, en un determinado momento histórico, más utilizadas y, en otros, lo son menos. Por eso cada región no acoge igualmente las modernizaciones ni sus actores dinámicos, cristalizando usos antiguos y aguardando nuevas racionalidades".

El filósofo de la Geografía

Hacía ya algún tiempo que la salud del profesor Milton Santos, el filósofo de la Geografía, como gustaba calificarlo algún colega, inspiraba serios cuidados. Finalmente se agravó su estado en las últimas semanas del pasado mes de junio, y el día 24 expiró. El sol, en su aparente desplazamiento anual, había huido hasta el otro trópico, dejando a Sâo Paulo con los "friagem" de su invierno subtropical, mientras se efectuaba su entierro en el Cementerio de la Paz, en las primeras horas de la tarde paulista, acompañado por muchos amigos y colegas. La prensa de la gran ciudad daba testimonio de su desaparición. La red de internautas cubrió de inmediato el planeta con la noticia del suceso. La Asociación de Geógrafos Brasileños agradecería más tarde los mensajes recibidos desde todas partes con una breve glosa. Milton Santos dejó un trabajo incomparable en el ámbito geográfico y humanístico. Fue un intelectual comprometido con la sociedad y con los excluidos, un ciudadano que reunió el conocimiento del mundo de su tiempo para pensar en las necesidades de su país, en el papel de los intelectuales y en la contribución de la geografía a la comprensión de nuestro entorno material y social.

Hombre esperanzado, escribió unos pocos días antes de acabársele la vida y marchar, que "Por definición, vida intelectual y rechazo a asumir ideas no combinan... El intelectual verdadero es el hombre que busca, incansablemente, la verdad, pero no sólo para disfrutarla íntimamente, sino para decirla, escribirla y sostenerla públicamente", y que por eso mismo "la actividad intelectual nunca es cómoda".

Advertía que "observadores de la universidad, en el pasado y en el presente, temen por su destino actual, ya que son raras las manifestaciones de protesta procedentes de sus prácticas, dejando, a veces, la impresión de que la academia puede preferir la situación de meros testigos de la historia, en lugar de asumir un papel de guía en busca de mejores caminos para la sociedad"; que "cuando los intelectuales renuncian a ese deber, sean las que fueran las circunstancias, un manto de tinieblas acaba por cubrir la vida social, una vez que el debate posible se vuelve, por naturaleza, falso"; y, finalmente, que "la fuerza auténtica de la universidad viene del espíritu académico compartido por profesores y alumnos...", y que "la fuerza exterior de la universidad... está herida de muerte siempre que la idea y la práctica del espíritu académico se abandonan a favor de consideraciones pragmáticas."

Estas líneas suyas forman parte del artículo titulado "O intelectual anónimo", publicado a comienzos del mes de junio en la prensa de la capital paulista como una aportación al debate sobre la necesaria reforma de la universidad, resistiéndose al avance inexorable de su enfermedad. Milton Santos era un hombre necesario. Reproducir sus palabras aquí, como pequeña muestra de su mensaje, un mensaje universal, ya que trascienden el contexto territorial en el que las escribió, nos parece un sencillo testimonio del homenaje que merece.

Universidad de Castilla-La Mancha
Fuente: http://www.uclm.es/lamusa/ver_articulo.asp?articulo=9&lengua=es



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