ANTROPOSMODERNO
Avatares de la Actualidad en Psicoanálisis
Marcela Barilari. [email protected]

¿Qué letras dejamos oir en la música que llega a nuestros ojos? ... Insistentes consistencias reclaman nuestras voces: Hoy por hoy;

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Avatares de la Actualidad en Psicoanálisis
Marcela Barilari.


no podemos entender la razón por la cual las normas que nosotros mismos hemos creado no habrían más bien de protegernos y beneficiarnos a todos (...) nace la sospecha de que también tras esto podría esconderse un bloque de la naturaleza invencible; esta vez, de nuestra propia complexión psíquica.?

Freud, 1929.

¿Qué letras dejamos oir en la música que llega a nuestros ojos? ... Insistentes consistencias reclaman nuestras voces: Hoy por hoy; Todo bien; Cultura light; Subjetividad posmoderna. Términos que remiten sin más a ese descenso en la Bolsa, a esa caída del recurso a la pregunta frente a una cotización en alza de objetos postizos. Vemos así desfilar una serie de inadecuación en los goces que prometen estallido. Nuestra actualidad pulsional : Realidad caótica, premura desmedida, urgencia que denota el in-crescendo de un transcurso incalculable, que no deja de constituir una categoría de núcleo paradojal. Surge de este modo, la pareja disimétrica de tiempo y espacio como tejedores de la trama de la vida, pudiendo circunscribir nosotros -seres parlantes- una actualidad. Esto es, una medida virtual de recorrido; y como tal un límite que la palabra intentará decir.
¿Qué nos permite hablar de actualidad sino el corte mismo que el significante fálico orada en lo real, produciendo nuestra tan ?debilmentada? realidad? Antes y después. Allí, a medio camino y a medio decir, hallamos un borde de imposible que hace de soporte al sujeto. Pues, ¿Qué podríamos decir entonces los psicoanalistas de nuestra actualidad? ¿Qué nos compromete a ella? Recuerdo una frase lacaniana de 1967 : ?Los psicoanalistas son los eruditos de un saber del que no pueden conversar ? y me formulo algunas cuestiones: ¿Del saber de la actualidad, podremos quizá escribir? ¿Nuestro acto se continúa como operador de la reescritura de un saber sobre la verdad del sujeto? ¿El motor transferencial es ajustable a los matices del trauma cultural originado en el arrasamiento de ideales del Otro en su consistencia de cuerpo social? Tal vez, ¿Podríamos pensar que la diversidad argumental del trauma que llega a nuestras consultas define contornos distintos a la estructura clásica de herida? O bien, si el dolor de las presentaciones posmodernas situara una compacidad distinta frente a la cual los analistas deberíamos resituarnos: ¿Qué es lo nuevo? Recordemos que el horror y la sorpresa son eslabones de la cadena traumática, y sin embargo no terminamos de descubrir que a veces, en y de lo antiguo, la neurosis no pierde capacidad de asombro. Lo mismo que cierta actualidad, no cesa de horrorizarnos y no acaba de no cernirse a una letra. Nuestra actualidad no tiene Nombre , tal como lamentablemente no lo tuvo en siniestros episodios del pasado.

Pero si hablamos de nombre, lo hacemos también desde nuestra praxis. Cura que pudiéndose iniciar bajo múltiples variantes tiende a producir una superficie transferencial que permita el entramado progresivo de un nuevo metabolismo entre goce y deseo. Con viento a favor, una nominación para el sujeto podrá advenir.

Si bien es innegable que las modalidades de presentación del sufrimiento neurótico varían a través de la historia y se tiñen de la lógica del malestar cultural de ocasión: ¿Cómo operar en la neurosis cuando un sujeto se ve privado por el mundo externo, de la prosecución de su falta bajo el modo de ideales?¿Cuál es la lógica que permite mantener la cualidad de estabilidad del aparato psi? ¿Sería suficiente decir con Lacan que los neuróticos somos irreventables? ¿El armado fantasmático alcanza como barrera de protección antiestímulo?..Vivencia de dolor que nos impele a cuestionar sus bordes y a proponer alternativas de artesanía; intervenciones legitimadas por la Transferencia. Si la transferencia eficaz de la que hablamos es en su esencia simbólica; por ella nos veremos remitidos siempre a una palabra más profunda, topándonos con su límite inefable. Acto actual de la palabra que se fundamenta en una presencia creadora.

Actualidad y Destino

¿Qué es el destino? ?...ese oscuro poder que sólo a una minoría humana les es dado a conocer impersonalmente?. Enigmática frase freudiana que denota en el ser hablante la chanse de alcanzar un oscuro poder que lo determinaría, a través de su relación a otro, elevado a superficie impersonal. El maestro no se cansa de subrayar en su obra que si un conflicto no es actual, si no se repite a causa de la transferencia, el análisis no obtiene eficacia. Siguiendo esta línea, cómo pensar la capacidad operatoria del analista ante lo traumático de un encuentro fallido con lo real, ante la imposibilidad de tranferencia del más allá del tope? Considerando al Destino como ese imposible, ese oscuro objeto inexistente que nos separa de la muerte, al que la pulsión constituye en soporte de nuestra vida deseante; ese difícil engarce pulsión-objeto-deseo requiere como condición necesaria la figuración simbólica sobre una pantalla salutíferamente dignificada por la falta.

Desde allí amamos, trabajamos, gozamos, hablamos y también sufrimos con, por y entre otros. Más aun, entiendo que nuestra felicidad depende en gran medida ?no toda- del marco fantasmático y sus poéticas. Ahora bien, ¿De dónde amenaza el sufrimiento entonces?

Freud en su clásico ?Malestar? nos advierte de las tres fuentes del padecer. Cito: ?el cuerpo propio que, destinado a la ruina y la disolución, no puede prescindir del dolor y la angustia como señales de alarma; desde el mundo exterior, que puede abatir sus furias sobre nosotros con fuerzas hiperpotentes, destructoras; desde los vínculos con otros seres humanos. Al padecer que viene de esta fuente lo sentimos tal vez más doloroso que cualquier otro?. Ensaya magistralmente conjeturas sobre los paliativos y las técnicas de vivir que evitarían el penar, desentrañando la última fuente ?que no vacila en resaltar como ?la insuficiencia de las normas que regulan los vínculos recíprocos entre los hombres en la familia, el Estado y la sociedad?. En esto, se nos dice, que nos negamos a admitir su déficit y ubica a un bloque de la naturaleza invencible...esta vez, de nuestra propia complexión psíquica. Y aquí me detengo en Freud.



Si acordaran conmigo en que el Destino es el alcance de lo Imposible -freudianamente dominar los hiperpoderes de la naturaleza-Aquello por siempre fallido de alcanzar ¿no es una cuestión de estructura? Ese carozo del ser que comporta nuestro vacío fundamental alrededor del cual existimos, indica la nada como figura primera del objeto. Cuestión estructurante que aceptarán también en declararla obvia. Sin embargo, permítanme arriesgar mi lectura, las apariciones dispares de lo obvio, las figuraciones de lo imposible que retornan idénticas en el trauma, podrían desviarnos de nuestra operatoria analítica si pensamos que cabría un ajuste o una función distinta del analista ante la actualidad fenoménica de la transferencia.

Del Acto actual

Si la transferencia es una reproducción en acto, hay en la manifestación de ella, algo creador gracias al efecto de sujeto operado por el corte del acto. Lacan en su seminario del Acto Psicoanalítico, reitera que no hay acto sin transferencia como así tampoco habrá interpretación sin transferencia, que no estén ambas implicadas en el acto. Y para ello requerimos de ese hacha de doble filo que haga de soporte y esencia del corte, hablo del deseo del analista. Presencia que por su acto distribuye lo que es del saber y del goce; delimita esa verdad que habrá debido devenir el sujeto y por fin revelada al final de la tarea analizante; sujeto dividido por el objeto que desconocía ser amando en el otro. Y para tamaña resolución necesitó transitar el ?doloroso camino de la transferencia?. Es así como habrá podido alcanzar lo más impersonalmente íntimo, por la transferencia del objeto. Enlace y desenlace transferencial sabemos, es el destino de toda cura llevada hasta su fin.


Tarea analítica ya comprobada imposible, nuestra clínica nos guía en la consideración por los límites de su intervención. Si la transferencia se estructura como nudo inaugural de una cura bajo la égida del Sujeto supuesto al Saber, y esta ?neurosis artificial? resultante tiene el mismo armado que la original, podemos ya advertir que el carozo de una es el nódulo de la otra. Más aun, el ombligo que nos conecta con la nada ?ficción del fantasma- es, como vacío central de la neurosis, su nudo. Por tanto, el nudo mínimo a alcanzar en la neurosis de transferencia es el apretamiento de la letra a su mínima expresión. Quiero decir, que el acto analítico es un acto de reescritura del fantasma, de lo que resulta una eficacia nueva de goce en el advenimiento del sujeto.


Si lo que se espera de un psicoanalista es una cura que trate lo real por lo simbólico en lo imaginario de la vida, lo que cada analista hace en su operatoria de producción del significante ?menos tonto?, ¿No podríamos pensarlo como la escritura del pasaje desde un imposible de destino a un imposible de actualidad , a sabiendas que en el transcurso de uno a otro, una letra demarcó el territorio para la poiesis?

Es posible señalar entonces, que la superficie de escritura, paño del cuerpo letrado, tenga a disposición la falta que lo hace consistente, así como la presencia del analista con su instrumento operador, su deseo. ¿Cómo pensar entonces, la dirección de la cura cuando el que nos consulta lo hace con un imaginario desgarrado en su trama por disfunciones en la normativa simbólica, pero no de su aparato psíquico, sino en la regulación simbólica de su mundo externo?, ¿Qué nos resulta nuevo en esto? Porque de hecho, desde hace casi un año, nos reunimos para hablar del cambio de condiciones de la realidad, del cambio de ideales, de la caída de ilusiones, de la falta de horizonte, en fin, de la falta de la falta. Y de la confianza en la palabra?

Del Trauma al Fantasma

La representación del conjunto de normas que hemos elegido, y de la que Freud no entiende por qué no nos protege, se vio colapsada por el capricho de querer dominar lo imposible. Es decir, que el andamiaje simbólico del Estado arrasó la vida colectiva en su avance sobre lo real, produciendo la indignidad de todo el cuerpo social ya que no respeta lo real de la vida de los miembros de la comunidad.

De allí que nos encontremos con la devastación de los sentidos y de los valores esenciales para la vida con y entre otros. Síntomas, angustias e inhibiciones, dolores y duelos son variables que presentifican las consultas desde siempre. Nos preguntábamos al principio, qué de nuevo nos hace ?por suerte- repensar la actualidad de la transferencia. Es en este punto que me formulo lo siguiente: Si un parlante ser nos consulta en un déficit de recursos yoicos para hacer frente a una de las fuentes de sufrimiento; si sus recursos como sujeto letrado del inconsciente no le alcanzan para metabolizar el quantum hiperpotente de estímulos que atraviesan la membrana protectora del derecho al goce; no estaríamos en las mismas condiciones económicas del trauma?

¿No caracteriza a la neurosis traumática ese estado que sobreviene ante una situación peligrosa sin estar preparado para ella? , ¿Cabría la posibilidad de entender que el único peligro que traumatiza al sujeto, que lo ?hiere? es dejarlo sin chances de recrear su vacío central? Ahora, si esto fuera así, el exceso de goce fálico ejercido por el conjunto de normas, produce desde lo económico libidinal una situación equivalente. Creo localizar la diferencia desde la vía de retorno de lo real.

Si suponemos como causa del desajuste, la pere-version ejercida desde la normativa simbólica y, no siendo la horda primitiva, una sociedad medianamente constituida, entiendo reforzará los vínculos que la determinan en sus relaciones de semejantes. No es azaroso que a partir del colapso social, tuvimos como escenario la movilidad de ciudadanos guiados por la fratría y la solidaridad, respeto y afectos concomitantes.

La superficie desgarrada fue primordialmente lo imaginario del cuerpo social, ergo, el arreglo será en esa misma superficie, con los recursos de la unión a fines de tapar el doloroso desgarrón y evitar la hemorragia en el seno comunitario. Y obviamente la operatoria de exigencia en el cumplimiento de la ley del No-todo es posible, en lo real de la movilización.
Dadas estas condiciones del marco cultural reinante en nuestros días, los analistas nos vemos convocados a qué de nuevo? Si lo real traumático hizo vacilar o quebró transitoriamente el fantasma de un sujeto; o bien lo eclipsó reclamando urgente formalización de letra, qué sería lo distinto de tramitar? Qué de la estructura varió?

Entiendo que lo nuevo y sorpresivo ?condición antigua del trauma- es la vía del retorno, ya que no se trata de lo irrefrenable de la naturaleza como agente provocador, ni lo ruinoso del cuerpo, sino del aparato que se supone medianamente a la altura de la función, pero que en este caso no se responde directamente del cliché del sujeto, sino de lo real de la realidad simbólica exterior no subsumible desde su fantasma, pero sí desde allí tramitable. Será nuevamente desde una dirección de la cura que va desde las rectificaciones del sujeto con lo real ?en orden a sus recursos- hasta el desarrollo de la transferencia y el acto del analista, que la operación de formalizar una escritura para el sujeto, gane un goce nuevo sujeto a ley fálica, habiendo sabido qué del imposible objeto, se empeñó el neurótico en ser.



Es mi opinión, que la apuesta del analista en ofertarse a dirigir una cura, soportando los límites de la transferencia, y no cejando en ofrecer su deseo para producir su acto, no sólo no cambia las condiciones de su posición, sino que lo obliga ante un trauma social ?tomo esa licencia- a formalizar las coordenadas de la realidad en que se desenvuelve un analizante, y maniobrar en transferencia con la artesanía que pueda derivarse de su análisis personal, según el sujeto en análisis y su sufrimiento así lo requieran.-

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