Platón. Re-flexiones psicoanalíticas

Diego Luis Cordon

Publicado el: 2028-08-03

    


Platón había viajado a Siracusa, llamado por su amigo Dión, quien le pidió colaboración en las cuestiones políticas. Dión era hermano político de Dionisio el Viejo de Siracusa, quien formaba parte del gobierno de Sicilia.

 

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Platón había viajado a Siracusa, llamado por su amigo Dión, quien le pidió colaboración en las cuestiones políticas. Dión era hermano político de Dionisio el Viejo de Siracusa, quien formaba parte del gobierno de Sicilia. Posteriormente, y bajo el reinado de Dionisio el Joven, vuelve Platón a Siracusa nuevamente llamado por su amigo pensando en que podría colaborar en el establecimiento de la libertad y de mejores leyes para los siracusanos. Luego de luchas intestinas, Dión fue desterrado y Dionisio se hizo de la tiranía. Vuelve Dión a Siracusa donde su asesinato es organizado por Calipo, quien también organiza la toma del poder. Con Calipo en el poder y los amigos de Dión desterrados, preparan la reconquista de Sicilia. Es en este contexto histórico en el que se sitúa la redacción de la Carta VII de Platón, cuando éste contaba con setenta y tres o setenta y cuatro años.

Este vínculo de Platón, inicialmente con Dión, y posteriormente con Dionisio, le permiten poner en cuestión lo que llamaremos la ética de éste último, con el fin de saber si era posible hacer efectiva una colaboración con el gobierno de Sicilia, y particularmente con los siracusanos, para lo que, al parecer, utiliza el método socrático.

Al llegar a Siracusa, Platón debía asegurarse de "si Dionisio era realmente como un fuego frente a la filosofía" ya que si bien "no tenía el espíritu totalmente cerrado, era extremadamente vanidoso". Pero comprueba que Dionisio "se las daba de hombre que sabe muchas cosas y las más sublimes, de hombre que no tiene nada más que aprender, satisfecho con las frases oídas a otros".

Posteriormente, y según el mismo Platón, parece que Dionisio escribe un tratado que aparece como de su propia enseñanza, sin hacer referencia a que era una reproducción de la enseñanza que él mismo había recibido de Platón.

A partir de este momento, Platón nos dice que se trata de "aquello que constituye el objeto de mis preocupaciones" y se muestra escéptico sobre la posibilidad y la conveniencia de escribir sobre estas cuestiones, ya que "no hay ni habrá ninguna obra sobre semejantes temas". Continúa diciendo que "no hay, en efecto, ningun medio de reducirlos a fórmulas, como se hace con las demás ciencias, sino que cuando se han frecuentado durante largo tiempo estos problemas y cuando se ha convivido con ellos, entonces brota repentinamente la verdad en el alma...". Para finalizar con la cuestión que nos ocupa, dice: "Si yo hubiera creído que era posible escribir y formular estos problemas para el pueblo de una manera satisfactoria, ¿qué otra cosa más bella habría podido realizar yo en mi vida que manifestar una doctrina tan saludable para los hombres y hacer llegar a todos la verdadera naturaleza de las cosas?".

Creemos que este es el momento en que podríamos establecer un paralelo casi total con la teoría psicoanalítica y la ética del psicoanálisis, pudiendo decir que esta última pregunta podría perfectamente serle atribuída a Freud, quien también fue reacio a escribir sobre las cuestiones de la técnica psicoanalítica. (1)

Nos dice Platón que el alma busca el conocimiento de la esencia y no de la cualidad, y que en todos los seres hay tres elementos que permiten adquirir la ciencia de estos mismos seres: el primero es el nombre, el segundo la definición, y el tercero la imagen. Agrega a la misma ciencia como un cuarto elemento, siendo el quinto el objeto, "verdaderamente conocible y real". Si bien podemos decir que, cuando Platón dice del objeto su condición de "verdaderamente conocible y real", está tratándose de un objeto de la realidad, también podemos decir que, si lo que el alma busca es el conocimiento de la esencia del objeto y no de su cualidad, se trataría de un objeto que se aproximaría bastante, por no decir se identifica, a lo que es el objeto para el psicoanálisis. Tanto la cualidad como la esencia de las cosas, pueden ser expresadas "por medio de ese débil auxiliar que son las palabras".

No puede dejarnos de evocar la frase de Lacan en el Seminario VII -La Etica del Psicoanálisis- en la que nos dice que un análisis consiste en un implacable comentario de significantes; vale decir, en términos platónicos, hacer rozar, hacer jugar los nombres, las definiciones, las imágenes, en un intento por dar nuevas significaciones a estos elementos que permitan ampliar el universo simbólico o, de otra manera, expresar alguna parte de la verdad. Pero la experiencia clínica nos muestra siempre que hay un resto que se escapa a la simbolización: lo real. Lo real del objeto. (a). Lo real que al bordearlo, lo vamos constituyendo como agujero, como falta.

Lacan también nos habla del alma en el Seminario VIII -La transferencia-, y ubica su nacimiento en esa encrucijada que damos en llamar el complejo de castración, encrucijada que nos lanza a nuestro destino que es la relación del hombre con esa función llamada deseo.

Según Agustín, El deseo es "rerum absentium concupiscentia". El deseo es la concupiscencia de la cosa ausente. (2)


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Referencias
- Platón - Obras Completas, Carta VII, y Preámbulo a la misma por Francisco
P. de Samaranch, Aguilar, Madrid, 1990.
(1) Ramírez, Carlos A., El método científico en el psicoanálisis, Revista Universidad de Antioquia, Nº 224, Abril/Junio de 1991, Medellín, Antioquia, Colombia.
(2) Ramírez, Carlos A., Publicación personal, 1990.



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