Rosa Luxemburgo

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Publicado el: 2003-08-06

    


Nacida en Polonia, en 1895 se trasladó a Alemania, adoptando la nacionalidad germana. Tras formarse en economía y derecho en Zurich, trabajó como periodista y se inició...

 

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Rosa Luxemburgo



Nacida en Polonia, en 1895 se trasladó a Alemania, adoptando la nacionalidad germana. Tras formarse en economía y derecho en Zurich, trabajó como periodista y se inició en política. Militante ativa do movimento socialista, teve que deixar seu país em 1889 para não ser presa; em Zurique fez seus estudos sobre economia, concluindo essa fase de aprendizado com uma tese de doutorado sobre "O Desenvolvimento Industrial na Polônia".Su inteligencia, empuje y capacidad -hablaba once idiomas- fueron razones para que pronto se destacara como uno de los principales dirigentes de la socialdemocracia. Su militancia socialista le llevó a intervenir en 1905 en la revolución polaca y a oponerse a la I Guerra Mundial, hecho este último que le costó varias penas de cárcel. Consideraba que las masas proletarias no debían participar en una contienda organizada por los gobiernos oligárquicos capitalistas, pues la verdadera lucha sería la que estaba planteada entre el capitalismo y el proletariado. Rosa Luxemburgo formó parte del grupo alemán Spartakus, que fundó junto con Karl Liebknecht y Clara Zetkin, lo que le costó ser detenida en 1919, siendo ejecutada durante un traslado policial. Su pensamiento representó a las opciones radicales en el seno de la II Internacional . Creía en una opción socialista internacional, esto es, alejada de particularismos y nacionalismos, en la que las masas obreras, solidariamente, tomaran el poder al capital. Gran teórica, realizó importantes contribuciones al desarrollo del marxismo , en especial en lo referente a las relaciones entre nacionalismo ysocialismo . Criticó a Lenin , en especial en lo referente a las concepciones de éste sobre la democracia en el partido y la dictadura del proletariado, postulando un menor dirigismo y una mayor integración de las bases en la dinámica partidista. Su crítica a Marx se basa en las predicciones de éste acerca de las crisis cíclicas del capitalismo. Marx pensaba que el capitalismo, como sistema económico y político basado en el crecimiento y la búsqueda constante del beneficio, debía colapsarse en algún momento por saturación. Sin embargo, muchas décadas después de muerto Marx, las crisis periódicas del capitalismo parecían aplazarse o solventarse sin producir convulsiones en el sistema. Rosa Luxemburgo encontró la explicación a este hecho en el colonialismo, hallando que el crecimiento de las potencias capitalistas encontró una vía de expansión en las colonias , que, al mismo tiempo que procuraban materias primas a muy bajo coste, servían también de mercado donde colocar los productos manufacturados. En el mismo sentido, expuso las primeras teorías sobre el imperialismo, que más tarde desarrollará Lenin. Además de constante actividad política, es preciso destacar su intensa labor en la prensa. Su pensamiento quedó reflejado en varias publicaciones. Destacan, por citar algunas, "¿Reforma social o revolución?", publicado en 1899; "Massenstreik, Partei und Gewerkschaften", de 1906; "La acumulación del capital", de 1913 o "La revolución rusa", publicado a los tres años de su muerte, e Introducción a la economía política (1925, póstumo). Mujer de vasta influencia en el ámbito del socialismo, sus aportaciones teóricas, su lucha personal y su dramática muerte contribuyeron a hacer de ella uno de los referentes de la izquierda del siglo XX



Rosa Luxemburgo: Teoría y práctica de la acción revolucionaria

José Guadalupe Gandarilla
http://www.eurosur.org/rebelion/izquierda/gandarilla290301.htm


Intentar abordar la obra o siquiera emprender la lectura de algunos de los escritos de Rosa Luxemburgo en los momentos actuales del desarrollo del capitalismo mundial, nos coloca cuando menos ante un par de riesgos que no es posible ignorar: El primero lo constituye el desafío inherente que acompaña la lectura o re-lectura de un clásico (desde donde rescatar su pertinencia; cómo descubrir sus enseñanzas; qué elementos de su tiempo histórico son susceptibles de iluminarnos acerca de nuestro contexto histórico; en términos de sus aportes metodológicos, de su teoría y su praxis cómo hacemos para desentrañar sus contribuciones y rescatarlos en términos de la necesaria construcción de nuestra conciencia histórica; en otras palabras, cómo evitar hacer exégesis de textos, sin que esto se quede en la mera enunciación de teorías y conceptos huecos, sin sustancia ni contenido), el segundo riesgo se concentra en la larga sucesión de títulos que acompañan la difusión de la obra y la vida de Rosa Luxemburgo (por mencionar, los textos de Lelio Basso, Norman Geras, Kurt Lenk, Georg Lukacs, J. P. Netl, y tantos otros de sus comentaristas y continuadores) ante tal conjunto de aclaraciones, críticas y desarrollos imposible no caer en el cargo de conciencia que significaría el no decir nada nuevo, el recaer en la enumeración de lugares comunes. Tales son los desafíos pero también en ello se cifra la necesaria actualidad y pertinencia de semejante esfuerzo.

Colocado ante tales evidencias, del cúmulo de temas ante los que su pensamiento y su obra tienen mucho que decirnos (la temática de la cuestión nacional ahora o en los tiempos de mundialización, sus opiniones sobre las guerras imperialistas a la luz de los acontecimientos en Los Balcanes, la temática de las autonomías, sus teorías acerca del imperialismo y la economía capitalista mundial, etc.) preferí concentrarme en tres cuestiones que cruzan su aportación metodológica en términos del estatuto cognoscitivo del materialismo histórico, la construcción del objeto de conocimiento y la constitución del sujeto del cambio.

La importancia del método.

"Es la única discipula de Marx que ha desarrollado ulteriormente la obra de la vida de éste tanto en el sentido económico-material cuanto en el económico-metódico"
Georg Lukács

Si existe algo imprescindible de rescatar en la obra de Rosa Luxemburgo, estaría constituido por su innegable aportación metodológica, no sólo para el desarrollo del materialismo histórico sino para la ciencia social en su conjunto.

Tal y como en su momento lo afirmó Lukács, "marxismo ortodoxo no significa reconocimiento acrítico de los resultados de la investigación marxiana, ni ?fe? en tal o cual tesis, ni interpretación de una escritura ?sagrada?. En cuestiones de marxismo la ortodoxia se refiere exclusivamente al método", es decir, el pensamiento crítico se basa no en el seguimiento de determinado corpus teórico sino en el modo, en el proceder metodológico.

Dentro de los elementos que le dan consistencia al estatuto metodológico de la Crítica de la Economía Política (la unidad dialéctica entre teoría y práctica, el conocimiento no sólo como interpretación sino como transformación del mundo, el carácter de la ciencia en términos de discernir entre esencia y apariencia de los fenómenos, la fuerza de la abstracción, el método de investigación y el método de exposición, el pensamiento categorial y el punto de vista de la totalidad, etc.); es precisamente el enfoque de la totalidad , el que en los análisis de Luxemburgo al plantearse como punto de partida, le permite una visión crítica de la realidad y alcanzar vuelos muy altos en sus participaciones polémicas en el seno de la Socialdemocracia y en las controversias teóricas que sostiene (sea con Berstein, con Kautski o con Lenin).

No es poca cosa lo que pretendemos dar cuenta, en los hechos lo que se ha dado en llamar el ?marxismo occidental? tiene como uno de sus elementos fundamentales, quizá el más importante, el enfoque y desarrollo de la ?totalidad dialéctica?.

Incluso en los desarrollos más recientes, al reconocimiento de la crisis en las perspectivas nomológicas y disciplinarias del saber, se ha planteado como una de las más fructíferas alternativas tanto en las ciencias sociales como en las ciencias duras, o desde las llamadas ?ciencias nuevas?, la necesidad de incorporar puntos de vista ?interdisciplinarios? que si son desarrolladas con atención buscan perspectivas de re- totalización del saber que incorporen los desafíos planteados recientemente en las temáticas de la incertidumbre, el caos, la complejidad, etc.

En el mundo actual ya no es posible aprehender o conocer desde perspectivas disciplinarias, o desde enfoques acotados, la complejidad de lo real, nosotros los economistas debemos más que nunca tener presente este hecho y los aprisionamientos epistemológicos de la teoría económica convencional, a fin de acudir a enfoques cada vez más amplios y totalizadores del saber. En ello el enfoque de la totalidad muestra su clara pertinencia, y el desarrollo que de él hace Rosa Luxemburgo no sólo le valió los elogiosos comentarios de Lukács (llegó a escribir de ella que a su juicio fue ?el único discípulo de Marx que haya desarrollado realmente la obra tanto en el plano de los hechos económicos como en el nivel del método?), sino nos ofrece la posibilidad de retomarlos.

Podríamos citar tan sólo al modo de pinceladas en las que se encuentra presente el enfoque de la totalidad y la unidad de teoría y práctica o de objeto y sujeto, en los análisis de Rosa Luxemburgo, los siguientes pasajes:
La crítica contundente en el debate Berstein al individualismo metodológico presente en la perspectiva del padre del revisionismo.

La necesaria visión de conjunto en la lucha económica y política contra la explotación capitalista.

La interpretación de los problemas básicos de la acumulación de capital (con todas las críticas que pudieran hacerse) y el colapso del capitalismo en la totalidad del proceso histórico.

En sus disputas acerca del objeto de estudio y la legitimidad científica de la economía política, la manera en la que destaca la necesaria dimensión de la economía como ?economía mundial?, y no como era entendida desde la tradición alemana, como ?economía nacional?.

En este punto no deja de ser necesario el mencionar cómo a diferencia de las interpretaciones actuales sobre la llamada globalización, caracterizada como una fuerza o un conjunto de fuerzas objetivas o materiales, sin precedentes e inexorables, Rosa Luxemburgo al caracterizar el desarrollo mundial del capitalismo nos plantea en su Introducción a la economía política que: "... la economía mundial capitalista se elevó verdaderamente entre dolores y convulsiones de la humanidad entera. Abrazó una rama de la producción tras otra, se apoderó de un país tras otro. Se abrió paso hasta el más distante rincón de la tierra con el vapor y la electricidad, con el fuego y la espada, echó abajo todas las murallas chinas y consagró la unidad económica de la humanidad actual a través de la era de las crisis mundiales, a través de periódicas catástrofes colectivas ... En la actualidad, nada reviste una significación tan decisiva en cuanto a la conformación global de la vida social y política actual como la abierta contradicción entre este fundamento económico más estrecha y firmemente consolidado cada día que une a todos los pueblos y países en un gran conjunto, por un lado, y por el otro la superestructura política de los estados que trata de dividir artificialmente a los pueblos en otros tantos sectores extraños y hostiles entre sí, mediante puestos fronterizos, barreras aduaneras y el militarismo".

El problema central de la dialéctica entendida como método es la transformación de la realidad, el conocimiento de la sociedad como totalidad. La totalidad como punto de partida no sólo determina al objeto sino también al sujeto del conocimiento. La unidad de teoría y práctica se presenta en el momento en que el sujeto de conocimiento es también asumido y planteado como totalidad, la clase como sujeto es la portadora de ese enfoque de la totalidad. En Rosa Luxemburgo, la unión de teoría y práctica no sólo se encuentra o se sitúa en el terreno del conocimiento, en su perspectiva gnoseológica, sino en la evidencia de su praxis política, la clase, el sujeto, es entendida como subjetividad multiforme.

En el terreno de lo cognoscible como en el de la práctica política Rosa Luxemburgo se sitúa en la perspectiva de lo que Rene Zavaleta llamaba los márgenes de conocimiento, la posibilidad de autoconocimiento de la sociedad. La sociedad capitalista se nos hace cognoscible en cuanto ella misma se ha totalizado (a través de lo que Rosa Luxemburgo llama "la gran red de la explotación capitalista"), ese hecho histórico ofrece la posibilidad de la utilización consciente de ese "horizonte de visibilidad". La posibilidad de explotación de tal horizonte de visibilidad desde el punto de vista de la clase obrera, se torna viable porque el sujeto mismo se ha totalizado, en la sociedad capitalista el ser individual del sujeto productor cede su sitio al obrero colectivo.

Necesidad histórica o fatalidad determinista

"[Rosa Luxemburgo] ... Muestra el último florecimiento del capitalismo ... los caracteres de una siniestra danza de la muerte, una marcha de Edipo hacia el destino final inevitable"
Georg Lukács

Uno de los elementos presentes en la descalificación del pensamiento de Rosa Luxemburgo, pero no sólo de ella sino de cualquier autor clásico, se encuentra de raíz en las lecturas parciales e ideologizadas. En este caso los análisis parciales tienden a descalificarla a partir de destacar ya sea los elementos objetivistas, deterministas o fatalistas en sus análisis del desarrollo capitalista, o bien desde el otro lado el poner el acento en el factor subjetivo, al destacar el espontaneísmo de las masas.

En cualquiera de los dos casos de aparente vulnerabilidad del análisis y de evidencia para la descalificación, la pertinencia de re-discutir el tema nos la ofrece el hecho de que resulta difícil unir ambos extremos de la discusión, es decir, estaríamos en presencia de una suerte de incompatibilidad analítica, o bien habría que buscar la manera de resolver la aparente contradicción en el planteo.

En un análisis superficial estaríamos en presencia de una supuesta incompatibilidad análitica, nosotros preferimos abordarla a partir de afirmar el necesario reconocimiento de la alternativa histórica.

Me explico, si de un lado se descalifica el análisis al acentuar el elemento determinista, por vía de las leyes objetivas del capital y la fatalidad del derrumbe del capitalismo, por el otro se acentúa el subjetivismo, la presencia del factor subjetivo, del espontaneísmo de las masas. En una lectura superficial y reduccionista tendríamos al parecer una contradicción irresoluble entre su economía política (determinismo de las leyes objetivas de la historia) y su teoría y praxis política (indeterminación del sujeto histórico, presencia de una subjetividad multiforme y de múltiples formas de lucha).

Por nuestra parte, preferimos recuperar el análisis de la totalidad y plantear la discusión no en términos de extremos contradictorios, sino de la conveniencia de plantear el tema desde la necesaria presencia de la alternativa histórica. No extremos irreductibles, sino partes de un enfoque totalizador que intenta acentuar la necesidad histórica del socialismo, ante la evidencia de la barbarie capitalista, de la catástrofe del proyecto civilizatorio del capital. ¿Cómo hacer compatible ?en el análisis de Rosa Luxemburgo? esta fatalidad determinista del colapso capitalista, con la insistencia en el papel revolucionario de la lucha proletaria y la acción revolucionaria? La posible respuesta a esta pregunta tendríamos cuando menos que buscarla en la disyuntiva que a la humanidad entera se le presenta con el espectáculo del desarrollo histórico del capitalismo, no otro es el interés de Rosa Luxemburgo al plantear la dimensión total del problema, en términos de su famosa alternativa histórica "Socialismo o barbarie".

Recordemos en palabras de Rosa Luxemburgo el famoso pasaje: "Las catástrofes hacia las que se precipita la sociedad capitalista no confieren la certeza de la victoria del socialismo. Si la clase obrera no encuentra la fuerza para su propia liberación, la sociedad entera y con ella la clase obrera puede precipitarse hacia luchas destructoras.

La humanidad se halla situada ante la alternativa: ¡Socialismo u ocaso en la barbarie!".

En este punto del análisis el debate ya se plantea por fuera de toda discusión acerca del carácter inexorable, fatalista o determinista, ya sea del colapso capitalista o de la inevitabilidad del socialismo, y nos situamos en el terreno del imperativo categórico de la acción política, en el terreno de la necesidad histórica de la actuación consciente de la clase obrera a fin de evitar la imposición de la no-alternativa. Aunque no se trata, desde luego, de buscar la fidelidad o no fidelidad respecto a Marx, no podemos dejar de plantear la relación entre el modo en el que Rosa Luxemburgo plantea la disyuntiva histórica a la que la humanidad y la clase obrera se enfrentan y el modo en el que Marx planteo dicha temática, cuando menos en dos pasajes que vienen a nuestra memoria:
El primero es aquel casi escondido fragmento del Manifiesto comunista , más precisamente el final del segundo párrafo del apartado "Burgueses y proletarios" donde Marx afirma la posibilidad de que la lucha de clases no conduzca a la transformación revolucionaria del régimen social, sino que podrá imponerse el escenario histórico de "la destrucción recíproca de las clases contendientes", es decir, la barbarie o el cataclismo social.

El segundo es aquel referido en el capítulo trece del Tomo I de El Capital , donde Marx anota cómo la lógica del desarrollo del capitalismo termina por poner en crisis y amenaza de destrucción a los dos factores creadores de riqueza en este y cualquier modo de producción posible: la fuerza o capacidad de trabajo (a través de su explotación o exclusión) y la tierra (por su destrucción y agotamiento). El desarrollo del capitalismo destruye, pues, al sujeto productor y al entorno ecológico, en ello consiste la evidencia de la catástrofe capitalista, ahí reside el mito del progreso y el fracaso del proyecto civilizatorio del capital.

Como podemos apreciar Rosa Luxemburgo se sitúa como una de las mayores exponentes y continuadoras del pensamiento de Marx, ante la lógica del desarrollo del capitalismo cuyo colapso puede conducir a la barbarie, no existe la inevitabilidad de que triunfe o se imponga la alternativa histórica presentada por la revolución socialista o comunista, será la clase obrera la que encuentre o construya la fuerza de su liberación. No es el fatalismo de las leyes de la historia sino la construcción o autoconstrucción del sujeto, la que puede imponer la alternativa, ante la no-alternativa del suicidio colectivo, no es la fuerza de la historia, son los pueblos quienes hacen su historia.

A nuestro juicio, ese mismo espíritu está presente en la famosa formulación casi literaria acerca del papel de la revolución en la historia, que Walter Benjamin formuló del siguiente modo: "si para Marx las revoluciones son las locomotoras de la historia ...

tal vez las cosas sean diferentes. Tal vez las revoluciones sean la forma en que la humanidad, que viaja en ese tren, jala el freno de emergencia".

Con esto llegamos al último punto que quisiera destacar.

La chispa de la voluntad consciente.

"Espíritu más filosófico y moderno que toda la caterva pedante que la ignora ?activo y contemplativo, al mismo tiempo? puso en el poema trágico de su existencia el heroísmo, la belleza, la agonía y el gozo, que no enseña ninguna escuela de la sabiduría"
José Carlos Mariátegui

Nos situamos en este punto en lo que podríamos clasificar como el espacio de la teoría y la práctica de la acción revolucionaria, dicho de otro modo, en el escenario de la obra y la vida de Rosa Luxemburgo. Evidentemente, no podemos conformarnos con clausurar la discusión, afirmando que Rosa Luxemburgo parte de la crítica a la lucha parlamentaria, en el centro de su debate con Berstein, a la estrategia Kautskiana del ?desgaste? y concluye enarbolando la propuesta de la ?huelga de masas?, como estrategia revolucionaria. El fondo de la discusión sobre la teoría de la espontaneidad en Luxemburgo, lo constituye la discusión acerca de uno de los temas fundamentales del pensamiento crítico, el problema de la subjetividad. Las formulaciones más recientes acerca del sujeto y la subjetividad, del problema del poder y de la potencia, de lo constituido y lo constituyente, son tributarias y en mucho de la discusión que Rosa Luxemburgo plantea acerca del papel revolucionario de la clase obrera y de su necesaria auto-organización como la palanca básica de su liberación. Lo que es más, los aportes más recientes y originales acerca de la cuestión de la democracia, el poder y el sujeto, se reformulan precisamente a partir de la crítica al determinismo del sujeto histórico, sea este la nación, el partido, o en su extremo, la clase, y en ello la herencia luxemburguiana tendrá que ser destacada.

Expuestos los ?efectos económicos destructivos? del desarrollo y colapso del capitalismo, el análisis de Luxemburgo nos ilustra sobre el lugar de los hombres, los pueblos, la clase y el sujeto en la historia. De nueva cuenta estamos ante la temática del elemento determinante del proceso histórico. No son las leyes objetivas de la historia, ni la influencia externa o desde arriba del partido, o el aparato burocrático, o el intelectual orgánico, sino la propia autoconstitución del movimiento popular (que haga "entrar en la lucha a los amplios sectores del proletariado") lo que a través de la lucha revolucionaria es garantía de su auto-liberación.

En este punto es necesario destacar de manera enfática la visión nada determinista acerca de la situación revolucionaria. Para Luxemburgo el inicio de una situación revolucionaria (que en sus formulaciones definitivas se ubica en la ?huelga de masas?) no se crea artificialmente, no se decide en el vacío, no se propaga de manera automática, sino que es "un fenómeno histórico que, en determinados momentos, surge con necesidad histórica de determinadas condiciones sociales".

El problema de la subjetividad, del tránsito a través de la lucha, del individuo al colectivo (de la consciencia en sí, al para sí de la conciencia histórica) se historiza, se hacen ingresar no las fatalidades de las llamadas ?condiciones objetivas?, sino el reconocimiento del momento y el contexto histórico, no se trata de hacer un enjuiciamiento subjetivo de la huelga de masas sino del entendimiento objetivo desde lo históricamente necesario.

En Luxemburgo el movimiento histórico de la clase obrera es entendido teórica y prácticamente en toda su complejidad, éste se forma "a partir de diversos puntos y en cada uno de ellos por causas diversas, bajo formas diferentes", la batalla general del trabajo contra el capital, involucra pues al ?conjunto de sujetos de rebeldía?, su discurso es el de ?la rebeldía multiforme?. El tránsito del instinto de clase a la conciencia de clase tiene por base el reconocimiento consciente de lo insoportable de las condiciones de vida. En el terreno de lo cognoscible la conciencia aparece como teórica o latente , cuando las masas hacen su aparición en la escena política, la consciencia de clase se convierte en consciencia práctica, activa . Como apreciamos, la conciencia histórica reconoce de igual modo en la teoría como en la praxis de Rosa Luxemburgo, la totalización propia del horizonte de visibilidad y lucha, en su caso el intelecto se vuelve acto.

"Los hombres no hacen su historia de modo arbitrario. Pero la hacen ellos mismos", su acción es pieza co-determinante de la historia, no pueden sobrepasar el desarrollo histórico, pasarle por encima, pero si acelerarlo o frenarlo. En Rosa Luxemburgo el socialismo se propone como meta darle un sentido consciente a la acción social de los hombres, pero para ello requiere añadir al combustible constituido por las condiciones materiales previas, la chispa de la voluntad consciente de las grandes masas populares que lo encienda .

Podemos desde este punto retomar la cuestión de la necesaria alternativa a oponer ante la evidencia cada vez más notoria de la barbarie capitalista: Con la ayuda del análisis luxemburguiano nos percatamos que la posibilidad de detener la vorágine del capital, el huracán de la mundialización, depende, pues, de que el sujeto se autoconstruya, se autoorganice como un sujeto de cambio, como afirmó Bloch, en su Principio Esperanza , ?lo posible existe, en parte, porque es necesario?.

Quizá la izquierda deberá reivindicar la visión de Marx según la cual el comunismo será, pues, la producción consciente de las relaciones sociales de producción , y centrar el problema en la flexibilización, relativización, transformación de las relaciones sociales de producción como condición de posibilidad de ?como lo plantean los zapatistas? ?una sociedad en la que todos quepan?, donde no se niegue la vida, donde la posibilidad de acceder a la ?buena vida? de unos no signifique el negar la vida de otros. No se trata pues de erigir unas tales relaciones socialistas de producción, como principios eternos y universalmente válidos que el Estado, la burocracia o la Nomenclatura se encargan de presentar como válidos para el conjunto social o mundial, sino forzar a través de la lucha y la emancipación de la clase trabajadora, la flexibilización, relativización y transformación de las relaciones sociales existentes para que no haya exclusión, negación de la vida, ni del otro o de las otras formas de entender el proceso civilizatorio. Lucha o formas de lucha que se ensayará a través de conflictos y negociaciones, de presiones y de movilizaciones, de actores y sujetos sociales ya constituidos o que habremos de constituir, pero ante todo desde la fuerza o potencia de la multitud que se erige en el poder constituyente que rebasa lo constituido y reivindica lo por constituir.

Hoy ante la crisis de la civilización capitalista, otra civilización, otro proyecto civilizatorio de auténtica mundialización deberá ser entendida como el tipo de sociedad local, nacional, o global, en que la modernidad de unos no signifique negación y exclusión de los otros, deberá ser una modernidad que renuncie a la irracionalidad de lo racionalizado. Rosa Luxemburgo no sólo reivindicó el derecho y el deber de la clase trabajadora para desarrollar la ?autocrítica sin contemplaciones? de su teoría y de su práctica, con su vida y su obra dio consecuente realización a sus palabras: "El marxismo contiene dos elementos esenciales: el elemento de análisis, de crítica, y el elemento de la voluntad activa de la clase obrera como factor revolucionario. Y quien emplea solamente el análisis, la crítica, no representa el marxismo, sino a una miserable parodia de esta doctrina". Rosa Luxemburgo es brutalmente asesinada a golpes de culata y a tiros por la soldadesca mandada por el capitán Pabst, el 14 de enero de 1919.




EL ORDEN REINA EN BERLIN

(14 de enero de 1919)

Rosa Luxemburgo

http://www.marxists.org/espanol/luxem/01_19.htm


Escrito en alemán por Rosa Luxemburgo el 14 de enero de 1919, la víspera de ser asesinada por los soldados de la Caballería de la Guardia del Gobierno del SPD. Editado digitalmente para la Red Vasca Roja , con cuyo permiso aparece aquí, por Justo de la Cueva en mayo de 1997. Formato recodificado para el MIA por Juan R. Fajardo en octubre de 1999.

"El orden reina en Varsovia", anunció el ministro Sebastiani a la Cámara de París en 1831 cuando, después de haber lanzado su terrible asalto sobre el barrio de Praga, la soldadesca de Paskievitch había entrado en la capital polaca para dar comienzo a su trabajo de verdugos contra los insurgentes.

"¡El orden reina en Berlín!", proclama triunfante la prensa burguesa, proclaman Ebert y Noske, proclaman los oficiales de las "tropas victoriosas2 a las que la chusma pequeñoburguesa de Berlín acoge en las calles agitando sus pañuelos y lanzando sus ¡hurras! La gloria y el honor de las armas alemanas se han salvado ante la historia mundial. Los lamentables vencidos de Flandes y de las Ardenas han restablecido su renombre con una brillante victoria sobre...los 300 "espartaquistas" del Vorwärts . Las gestas del primer y glorioso avance de las tropas alemanas sobre Bélgica, las gestas del general von Emmich, el vencedor de Lieja, palidecen ante las hazañas de Reinhardt y Cía., en las calles de Berlín. Parlamentarios que habían acudido a negociar la rendición del Vorwärts asesinados, destrozados a golpes de culata por la soldadesca gubernamental hasta el punto de que sus cadáveres eran completamente irreconocibles, prisioneros colgados de la pared y asesinados de tal forma que tenían el cráneo roto y la masa cerebral esparcida: ¿quién piensa ya a la vista de estas gloriosas hazañas en las vergonzosas derrotas ante franceses, ingleses y americanos? "Espartaco" se llama el enemigo y Berlín el lugar donde nuestros oficiales entienden que han de vencer. Noske, el "obrero", se llama el general que sabe organizar victorias allí donde Ludendorff ha fracasado.

¿Cómo no pensar aquí en la borrachera de victoria de la jauría que impuso el "orden" en París, en la bacanal de la burguesía sobre los cadáveres de los luchadores de la Comuna? ¡Esa misma burguesía que acaba de capitular vergonzosamente ante los prusianos y de abandonar la capital del país al enemigo exterior para poner pies en polvorosa como el último de los cobardes! Pero frente a los proletarios de París, hambrientos y mal armados, contra sus mujeres e hijos indefensos, ¡cómo volvía a florecer el coraje viril de los hijitos de la burguesía, de la "juventud dorada", de los oficiales! ¡Cómo se desató la bravura de esos hijos de Marte humillados poco antes ante el enemigo exterior ahora que se trataba de ser bestialmente crueles con indefensos, con prisioneros, con caídos!

"¡El orden reina en Varsovia!", "¡El orden reina en París!", "¡El orden reina en Berlín!", esto es lo que proclaman los guardianes del "orden" cada medio siglo de un centro a otro de la lucha histórico-mundial. Y esos eufóricos "vencedores" no se percatan de que un "orden" que periódicamente ha de ser mantenido con esas carnicerías sangrientas marcha ineluctablemente hacia su fin. ¿Qué ha sido esta última "Semana de Espartaco" en Berlín, qué hatraído consigo, qué enseñanzas nos aporta? Aun en medio de la lucha, en medio del clamor de victoria de la contrarrevolución han de hacer los proletarios revolucionarios el balance de lo acontecido, han de medir los acontecimientos y sus resultados según la gran medida de la historia. La revolución no tiene tiempo que perder, la revolución sigue avanzando hacia sus grandes metas aún por encima de las tumbas abiertas, por encima de las "victorias" y de las "derrotas". La primera tarea de los combatientes por el socialismo internacional es seguir con lucidez sus líneas de fuerza, sus caminos.

¿Podía esperarse una victoria definitiva del proletariado revolucionario en el presente enfrentamiento, podía esperarse la caída de los Ebert-Scheidemann y la instauración de la dictadura socialista? Desde luego que no si se toman en consideración la totalidad de los elementos que deciden sobre la cuestión. La herida abierta de la causa revolucionaria en el momento actual, la inmadurez política de la masa de los soldados, que todavía se dejan manipular por sus oficiales con fines antipopulares y contrarrevolucionarios, es ya una prueba de que en el presente choque no era posible esperar una victoria duradera de la revolución. Por otra parte, esta inmadurez del elemento militar no es sino un síntoma de la inmadurez general de la revolución alemana.

El campo, que es de donde procede un gran porcentaje de la masa de soldados, sigue sin estar apenas tocado por la revolución. Berlín sigue estando hasta ahora prácticamente asilado del resto del país. Es cierto que en provincias los centros revolucionarios -Renania, la costa norte, Braunschweig, Sajonia, Württemberg- están con cuerpo y alma al lado de los proletarios de Berlín. Pero lo que sobre todo falta es coordinación en la marcha hacia adelante, la acción común directa que le daría una eficacia incomparablemente superior a la ofensiva y a la rapidez de movilización de la clase obrera berlinesa. Por otra parte, las luchas económicas, la verdadera fuerza volcánica que impulsa hacia adelante la lucha de clases revolucionaria, están todavía -lo que no deja de tener profundas relaciones con las insuficiencias políticas de la revolución apuntadas- en su estadio inicial.

De todo esto se desprende que en este momento era imposible pensar en una victoria duradera y definitiva. ¿Ha sido por ello un "error" la lucha de la última semana? Sí, si se hubiera tratado meramente de una "ofensiva " intencionada, de lo que se llama un "putsch". Sin embargo, ¿cuál fue el punto de partida de la última semana de lucha? Al igual que en todos los casos anteriores, al igual que el 6 de diciembre y el 24 de diciembre: ¡una brutal provocación del gobierno! Igual que el baño de sangre a que fueron sometidos manifestantes indefensos de la Chausseestrasse e igual que la carnicería de los marineros, en esta ocasión el asalto a la jefatura de policía de Berlín fue la causa de todos los acontecimientos posteriores. La revolución no opera como le viene en gana, no marcha en campo abierto, según un plan inteligentemente concebido por los "estrategas". Sus enemigos también tienen la iniciativa, sí, y la emplean por regla general más que la misma revolución.

Ante el hecho de la descarada provocación por parte de los Ebert-Scheidemann, la clase obrera revolucionaria se vió obligada a recurrir a las armas. Para la revolución era una cuestión de honor dar inmediatamente la más enérgica respuesta al ataque, so pena de que la contrarrevolución se creciese con su nuevo paso adelante y de que las filas revolucionarias del proletariado y el crédito moral de la revolución alemana en la Internacional sufriesen grandes pérdidas.

Por lo demás, la inmediata resistencia que opusieron las masas berlinesas fue tan espontánea y llena de una energía tan evidente que la victoria moral estuvo desde el primer momento de parte de la "calle".

Pero hay una ley vital interna de la revolución que dice que nunca hay que pararse, sumirse en la inacción, en la pasividad después de haber dado un primer paso adelante. La mejor defensa es el ataque. Esta regla elemental de toda lucha rige sobre todos los pasos de la revolución. Era evidente -y haberlo comprendido así testimonia el sano instinto, la fuerza interior siempre dispuesta del proletariado berlinés- que no podía darse por satisfecho con reponer a Eichhorn en su puesto. Espontáneamente se lanzó a la ocupación de otros centros de poder de la contrarrevolución: la prensa burguesa, las agencias oficiosas de prensa, el Vorwärts . Todas estas medidas surgieron entre las masas a partir del convencimiento de que la contrarrevolución, por su parte, no se iba a conformar con la derrota sufrida, sino que iba a buscar una prueba de fuerza general.

Aquí también nos encontramos ante una de las grandes leyes históricas de la revolución frente a la que se estrellan todas las habilidades y sabidurías de los pequeños "revolucionarios" al estilo de los del USP, que en cada lucha sólo se afanan en buscar una cosa, pretextos para la retirada. Una vez que el problema fundamental de una revolución ha sido planteado con total claridad -y ese problema es en esta revolución el derrocamiento del gobierno Ebert-Scheidemann, en tanto que primer obstáculo para la victoria del socialismo- entonces ese problema no deja de aparecer una y otra vez en toda su actualidad y con la fatalidad de una ley natural; todo episodio aislado de la lucha hace aparecer el problema con todas sus dimensiones por poco preparada que esté la revolución para darle solución, por poco madura que sea todavía la situación. "¡Abajo Ebert-Scheidemann!", es la consigna que aparece inevitablemente a cada crisis revolucionaria en tanto que única fórmula que agota todos los conflictos parciales y que, por su lógica interna, se quiera o no, empuja todo episodio de lucha a su mas extremas consecuencias.

De esta contradicción entre el carácter extremo de las tareas a realizar y la inmadurez de las condiciones previas para su solución en la fase inicial del desarrollo revolucionario resulta que cada lucha se salda formalmente con una derrota . ¡Pero la revolución es la única forma de "guerra" -también es ésta una ley muy peculiar de ella- en la que la victoria final sólo puede ser preparada a través de una serie de "derrotas"!

¿Qué nos enseña toda la historia de las revoluciones modernas y del socialismo? La primera llamarada de la lucha de clases en Europa, el levantamiento de los tejedores de seda de Lyon en 1831, acabó con una severa derrota. El movimiento cartista en Inglaterra también acabó con una derrota. La insurrección del proletariado de París, en los días de junio de 1848, finalizó con una derrota asoladora. La Comuna de París se cerró con una terrible derrota. Todo el camino que conduce al socialismo -si se consideran las luchas revolucionarias- está sembrado de grandes derrotas.

Y, sin embargo, ¡ese mismo camino conduce, paso a paso, ineluctablemente, a la victoria final! ¡Dónde estaríamos nosotros hoy sin esas "derrotas", de las que hemos sacado conocimiento, fuerza, idealismo! Hoy, que hemos llegado extraordinariamente cerca de la batalla final de la lucha de clases del proletariado, nos apoyamos directamente en esas derrotas y no podemos renunciar ni a una sola de ellas, todas forman parte de nuestra fuerza y nuestra claridad en cuanto a las metas a alcanzar.

Las luchas revolucionarias son justo lo opuesto a las luchas parlamentarias. En Alemania hemos tenido, a lo largo de cuatro decenios, sonoras "victorias" parlamentarias, íbamos precisamente de victoria en victoria. Y el resultado de todo ello fue, cuando llegó el día de la gran prueba histórica, cuando llegó el 4 de agosto de 1914, una aniquiladora derrota política y moral, un naufragio inaudito, una bancarrota sin precedentes. Las revoluciones, por el contrario, no nos han aportado hasta ahora sino graves derrotas, pero esas derrotas inevitables han ido acumulando una tras otra la necesaria garantía de que alcanzaremos la victoria final en el futuro.

¡Pero con una condición! Es necesario indagar en qué condiciones se han producido en cada caso las derrotas. La derrota, ¿ha sobrevenido porque la energía combativa de las masas se ha estrellado contra las barreras de unas condiciones históricas inmaduras o se ha debido a la tibieza, a la indecisión, a la debilidad interna que ha acabado paralizando la acción revolucionaria?

Ejemplos clásicos de ambas posibilidades son, respectivamente, la revolución de febrero en Francia y la revolución de marzo alemana. La heroica acción del proletariado de París en 1848 ha sido fuente viva de energía de clase para todo el proletariado internacional. por el contrario las miserias de la revolución de marzo en Alemania han entorpecido la marcha de todo el moderno desarrollo alemán igual que una bola de hierro atada a los pies. Han ejercido su influencia a lo largo de toda la particular historia de la Socialdemocracia oficial alemana llegando incluso a repercutir en los más recientes acontecimientos de la revolución alemana, incluso en la dramática crisis que acabamos de vivir.

¿Qué podemos decir de la derrota sufrida en esta llamada Semana de Espartaco a la luz de las cuestiones históricas aludidas más arriba? ¿Ha sido una derrota causada por el ímpetu de la energía revolucionaria chocando contra la inmadurez de la situación o se ha debido a las debilidades e indecisiones de nuestra acción?

¡Las dos cosas a la vez! El carácter doble de esta crisis, la contradicción entre la intervención ofensiva, llena de fuerza, decidida, de las masa berlinesas y la indecisión, las vacilaciones, la timidez de la dirección ha sido uno de los datos peculiares del más reciente episodio.

La dirección ha fracasado. Pero la dirección puede y debe ser creada de nuevo por las masas y a partir de las masas. Las masas son lo decisivo, ellas son la roca sobre la que se basa la victoria final de la revolución. Las masas han estado a la altura, ellas han hecho de esta "derrota" una pieza más de esa serie de derrotas históricas que constituyen el orgullo y la fuerza del socialismo internacional. Y por eso, del tronco de esta "derrota" florecerá la victoria futura.

"¡El orden reina en Berlín!", ¡esbirros estúpidos! Vuestro orden está edificado sobre arena. La revolución, mañana ya "se elevará de nuevo con estruendo hacia lo alto" y proclamará, para terror vuestro, entre sonido de trompetas:

¡Fui, soy y seré!





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