De mi vida (7)

Friedrich Wilhelm Nietzsche

Publicado el: 29/11/2014

    


Sobre mi alma se abate el flujo de múltiples armonías inquietantes: no sé qué es lo que me produce tanta melancolía; deseo llorar y luego morir. ¡Ya no queda nada! Me siento desfallecer, mi mano tiembla.

 

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[1862]
Euphorion, Cap. I55
Sobre mi alma se abate el flujo de múltiples armonías inquietantes: no sé qué es lo que me produce tanta melancolía; deseo llorar y luego morir. ¡Ya no queda nada! Me siento desfallecer, mi mano tiembla.
El rojo de la aurora juega en el cielo con tonos multicolores, en un juego de artificio ya muy visto que me cansa. Mis ojos refulgen de una forma bien distinta; temo que perforen el cielo con su fuego. Siento que ya estoy fuera de la crisálida. Me conozco a fondo, ahora sólo me resta encontrar la cabeza de mi otro yo para seccionar su cerebro o mi propia cabeza de niño con rizos dorados... ay... hace veinte años... niño... niño... qué extraña me suena esta palabra. ¿También he sido yo un niño, también tuve yo que girar al compás del gastado mecanismo del mundo? Y ahora, como una bestia amarrada a la rueda del molino, voy tirando lentamente de la cuerda que los hombres llaman fatum. Así, hasta acabar podrido, o hasta que el carnicero me trocee y sólo unos cuantos moscardones me aseguren un poco de inmortalidad.
Al hilo de estos pensamientos siento casi ganas de reír. Mas entretanto, otra idea me inquieta: tal vez de mis huesos surjan florecillas, quizá también una «linda violeta» o, incluso -cuando el carnicero defeque sobre mi tumba-, un nomeolvides. Después llegarán los enamorados. ¡Repulsivo! ¡Repulsivo! ¡Esto es podredumbre! Mientras saboreo todas estas ideas sobre mi futuro -pues me resulta más agradable pudrirme bajo la tierra húmeda que vegetar bajo el cielo azul, mas dulce revolverme como un grueso gusano que ser un hombre, ese signo de interrogación ambulante-, me tranquiliza siempre el hecho de que haya gente por las calles, personas variopintas, limpias, decentes, divertidas, que van de un lado para otro. ¿Qué son? Sepulcros blanqueados, como dijo alguna vez cierto hebreo.
En mi cuarto reina un silencio de muerte. Sólo mi pluma araña el papel, y es que me gusta poder escribir mientras pienso, ya que todavía no se ha inventado la máquina que imprima nuestros pensamientos sin necesidad de expresarlos, sin tener que escribirlos. Ante mí, un tintero en el que ahogar mi ennegrecido corazón, unas tijeras para irme acostumbrando a cortarme el cuello, manuscritos para restregarme y un orinal.
Enfrente de mí vive una monja a la que visito de vez en cuando para disfrutar con su decencia. La conozco muy bien, desde la cabeza a los pies, mejor que a mí mismo. Antes era una monja delgada y enjuta, yo era médico y me las arreglé para que engordara enseguida. Con ella vive, en matrimonio temporal, su hermano, demasiado gordo y floreciente para mi gusto; a él lo he hecho adelga- zar como un cadáver. Morirá un día de éstos, lo cual me agrada, ya que podré
diseccionarlo. Pero antes quisiera escribir la historia de mi vida, pues, a parte de su interés, es muy instructiva para convertir a los jóvenes en viejos... En eso soy, ciertamente, un maestro. ¿Quién debe leerla? Mis otros yoes, muchos de los cuales todavía deambulan por este valle de lágrimas.
En este momento, Euphorion se reclinó un poco y comenzó a gemir, pues padecía de la espina dorsal...
Crónica de «Germania»
El pasado trimestre los socios de «Germania» mostraron una gran actividad, la cual culminó, al fin, en una convención muy interesante celebrada el 14 de abril de este año. En ella expresamos, con razón, la esperanza legítima de que el ferviente entusiasmo o, mejor dicho, el fervor entusiasta con el que buscamos perfeccionar y engrandecer nuestra «Germanía» modificase gradualmente la exclusividad del carácter de los trabajos realizados hasta ahora, refiriéndonos en particular a la política y a la historia contemporánea y, evidentemente, a las artes que hasta ahora no se habían tenido en consideración.
Desde abril han transcurrido ya cinco meses tras los cuales los resultados han sido nulos para «Germanía». Sea por las circunstancias adversas -pues ya se sabe cómo las obligaciones escolares, las clases de baile, los asuntos del corazón, los acontecimientos políticos, etc., acaban con las frágiles barreras de los estatutos de nuestra «Germania»- sea, sencillamente, porque nos hallamos sometidos a una ley de necesidad histórica, la de la reacción que sigue a un período de intensa actividad (excluyo a nuestro amigo Pinder que condena esto último como anticristiano y aduce como principal motivo las tareas escolares), sea lo que sea, lo cierto es que se ha verificado una ruptura de la constitución, que la santidad de los estatutos ha sido herida y que «Germanía» está prácticamente destruida por las dispersiones y los desgarramientos intrínsecos además de la apatía. Indiferencias e irregularidades financieras caracterizan el comienzo de este período -como las grandes rupturas con el pasado, la Reforma y la Revolución, que se anunciaron con una recesión económica. Pero un signo de la aún sana naturaleza de nuestra «Germanio» me parece a mí que descansa en la conciencia, que ahora despierta por todas partes, de que todos hemos pecado y de que en el presente debemos preocuparnos por una redoblada actividad y diligencia. Que esta conciencia nos guíe hoy en la regeneración de nuestra «Germanía» y que nos proporcione los medios más adecuados para su refuerzo interior.
Nuestra presente actividad tendrá así que centrarse especialmente en los puntos siguientes:
l . ¿De qué manera y hasta qué fecha tiene que enviar cada miembro sus trabajos atrasados?
2. ¿Cómo vamos a superar nuestras dificultades económicas y cómo regularemos nuestros estatutos de compra?
3. ¿Cómo regular en general nuestros estatutos para imposibilitar violaciones como las que han ocurrido?
4. ¿Qué medios serán los más adecuados para conducir nuestra actividad con más diligencia?
Me permito exponerles unas breves respuestas a estas cuestiones.
En primer lugar, cada uno tiene que contar los envíos que haya hecho hasta hoy y controlar cuántos faltan de los 25 reglamentarios. Para eso será necesario que con el máximo cuidado posible cada miembro confeccione una lista de todos los envíos que ha hecho, anotando también el mes correspondiente en el que se realizó cada uno. Del numero de ellos que falten y de las explicaciones del miembro interesado dependerá la fecha en la que éste quiera enviar y completar todo. Una vez dadas las explicaciones y verificadas por escrito, propongo una ley de amnistía general para alguno de los socios. Finalmente, el autor del presente informe asegura y puede probar que de la cifra de 25 trabajos, poemas y composiciones, la mayoría han sido enviados, y el resto, al menos, están pendientes de transcripción o dispuestos ya para su envío. Sus faltas, son, principalmente, de tipo pecuniario. Por parte de Gustav Krug cuento con unos once envíos de carácter musical y unos siete poemas y ensayos; no garantizo la exactitud de estas cifras, como tampoco en lo que respecta a Wilhelm Pinder, del que sólo puedo recordar unos dieciséis ensayos y poemas. Nuestra mala situación financiera hay que atribuirla, en particular, a la adquisición de Tristán e Isolde, de R. Wagner, realizada según la propuesta de G. Krug. Como él mismo ha indicado, renuncia a los derechos de la próxima compra, lo cual le pido que explique concisamente por escrito. Después, faltan aún las contribuciones pe- cuniarias de algunos socios, entre los cuales se incluye también quien esto escribe; es de destacar por la puntualidad con la que realiza sus pagos el socio G. Krug. Dejo a cualquiera de los asociados la tarea de determinar una fecha límite hasta la que hayan de realizarse los pagos que faltan. Finalmente, invito al tesorero a que precise en este informe la administración de los fondos de «Germania» y que consigne las obligaciones y los ingresos de la manera más exacta posible.
Por lo que respecta al tercer punto, la regularización de los estatutos, espero la propuesta de un socio en la que basaremos nuestra discusión.
Todavía queda pendiente de aprobación por unanimidad mi antigua propuesta de establecer un premio a la mejor composición como incentivo especial para los socios y la fijación escrita de las fechas establecidas.
Para terminar, me permito aún realizar la solicitud de continuar desempeñando el cargo de cronista hasta Navidad, puesto que hasta la fecha no he podido llevar a cabo ninguna actividad al respecto. En Navidad, junto a mi reseña de los envíos del año pasado, me referiré también a nuestra convención de Pascua y trataré, ademas, mes a mes, los envíos que se hagan desde ahora.
Termino con el deseo de que nuestro improvisado sínodo de hoy no sea como una simple pompa de aire producida por la descomposición y el estancamiento de nuestra «Germania», sino un decisivo proceso de limpieza, una eliminación de todo lo corrupto y nocivo, un refinamiento de los elementos puros y nobles, sobre las que fue creada.
FW Nietzsche. Cronista.
Mi actividad literaria y musical. 1862
Antes de las vacaciones de Pascua escribí el poema «Ermanarich56». En las vacaciones, el ensayo «Fatum e Historia». He leído a Emerson57, de Büchner, sus «Incitaciones al arte», etc. En Pforta comencé La educación estética del hombre, de Schiller. El 29 de abril, los diarios de Stöckers58. Descubrí a Petöfi. De Longfellow, el maravilloso poema «El viejo reloj» traducido por Pertz. Materialismo59.
En las vacaciones de verano de 1861 terminé «El dolor es el tono fundamental de la naturaleza», para cuatro manos. En San Miguel trabajé mucho en «Serbia», que, finalmente, abandoné cerca de Navidad. Scherzos húngaros: «La taberna de la estepa», «Marcha triunfal», «Sueños salvajes», terminados el 2 de febrero; después, hasta Pascua, «El lamento del héroe». En Pascua, concebí el proyecto de «Merlin». El 29 de abril compuse la introducción a «Satán asciende del infierno». 30 de abril: ya no me gusta; es dificilísimo captar lo satánico y describir correctamente el personaje de Cándida.
[Octubre, 1862]
Fue en San Miguel, en 1861, en pocos días, cuando comencé y concluí el siguiente fragmento de la sinfonía Ermanarich, concebida para dos pianos según el modelo de la sinfonía Dante, que yo había conocido hacía poco tiempo. Fue una época en la que me sentía más atraído que nunca por la leyenda de Ermanarich; todavía me hallaba demasiado conmovido como para poetizar y no poseía aún la suficiente distancia como para lograr la composición de un drama objetivo; sin embargo, fue en la música donde se encarnó mi estado de ánimo, embriagado por la leyenda. A pesar de esto, todavía dudaba sobre el nombre con el que debía bautizar la obra, «Sinfonía Ermanarich» o «Serbia», pues yo albergaba el plan, similar a como sucedía en la «Hungarica» de Liszt, de abarcar en una composición el mundo sentimental de un pueblo eslavo, ya que no me hallaba ahora de ningún modo preparado para analizar imparcialmente el flujo de sentimientos que animaba la obra y sólo tenía una idea vaga de cuanto quería expresar en ella. Ahora, justamente un año después, recuerdo exactamente aquel estado de ánimo y la alternancia de los sentimientos que lo oprimían y sacudían, unos sentimientos a menudo demasiado inmediatos y ásperos que envolvían a los personajes principales de la historia de Ermanarich y que entonces llenaban mi alma.
Al revisar hoy el fragmento, he procurado mostrar de forma mucho más precisa aquello que en la primera versión sólo aparecía como esbozo. He completado algunos momentos aislados que faltaban; el final, en particular, es enteramente nuevo, y es tan intensa su furia que sobrepasa todo cuanto hice en la primera versión.
Por lo demás, mis personajes no son ni godos ni germanos, sino -me atrevo a afirmarlo- caracteres húngaros; el tema, extraído del mundo germánico, se traslada a la Puszta húngara, encarnado en el alma de fuego de personajes
húngaros. Y éste es el principal defecto de la obra. Así, falta en los personajes aquel poderoso carácter, los rasgos salvajes y propios de la Germania primitiva, los sentimientos son más confusos, están más modernizados, hay demasiada reflexión y escasa fuerza natural. Tras estas observaciones generales, trataré de explicar de la forma más clara posible aquello que ahora, tras haber estudiado el fragmento con más atención, me parece el hilo fundamental de la trama interpretativa.
Los primeros compases -heroico-higubrenos presentan al anciano Ermanarich, héroe austero y salvaje, ajeno a la ternura y la bondad, que contempla con desdeñosa distancia el transcurso de su vida. Los próximos seis compases muestran más vivacidad e inquietud, traspasadas por el fulgor de una leve alegría, pues el viejo héroe espera el cortejo nupcial de la dulce Swanhild, conducido por su hijo Randwe. En la distancia se escuchan los sones de un him- no nacional, el cortejo se acerca, los sentimientos de Ermanarich se intensifican hasta convertirse en apasionada furia.
A. Heroica-lúgubre B. Más vivaz. Compás 3/4 C. Más fogoso D. Con furia
¿Es sólo impaciencia, o piensa en su hijo, el ardiente Randwe? ¿Imagina algo, teme algo? Su agitación se anega en los sones de la marcha nupcial que entra grandiosa, exultante de ardor y fuerza magiar. Entretanto, el cortejo se aproxima al palacio; Swanhild, rodeada de jóvenes doncellas, se dirige hacia el rey introducida al son del arpa, «dulce como los rayos del sol que resplandecen en la sala» (Edda), pero también un poco temerosa al contemplar los ojos relampagueantes del viejo Ermanarich.
El motivo siguiente, basado en las notas que componen el tema de Swanhild, que anuncian las almas vibrando al únisono, es estridente y violento, transido de dolor y de angustia. Randwe advierte dolorosa y apasionadamente lo conflictivo de la situación, el conflicto entre su amor y el amor de su padre; un dolor cósmico que puede destruir su amor; le asaltan tenebrosos pensamientos que con preguntas mudas la conducen al abismo. Desde lejos se oyen los acordes de la marcha nupcial, serena y triste, austera y dulce: Randwe monta en cólera, maldice y vocifera, apasionados tresillos ejecutados impetuosamente pintan
E. Grandioso F. Suave e íntimo G. Muy expresivo Compás libre H. Con mesura. Vivaz I. Apasionado, con presura
su desesperación. El amor que siente por Swanhild se abre paso, su ánimo se dulcifica levemente, pero aún está terriblemente furioso, los pensamientos y las sensaciones le asaltan, agitándose constantemente en su interior. Los acordes - para él sobrecogedores- de la marcha nupcial traspasan su alma desgarrándola cada vez más hondo, cada vez con más ímpetu. Aquí se ubica en el drama Ermanarich el punto en el que Randwe irrumpe en la sala de la ceremonia y arrebata furiosamente a Swanhild, y es cuando Ermanarich le arroja a aquél el puñal. La música sólo expresa la violencia creciente de la pasión, el brusco grito desesperado, luego el horror repentino sobre su acto, la furia de Ermanarich, cuyos ojos se vuelcan, su alma se desborda y repudia al hijo entregándolo al verdugo; después, se queda inmóvil, como aturdido, abatido por las olas de la ira, mudo y sombrío. Los músicos entonan quedamente el motivo de la marcha
nupcial: esto conmueve el alma de Ermanarich y lo despierta de su aturdimiento. De pronto, le invade el horror, que le hace bramar con furia oceánica. El ritmo de la marcha nupcial suena desencajado en
K. Muy lento Poco apoco, más rápido L. Muy impetuoso M. Siempre más débil N. Dubitativo Muy rápido O. Impetuoso. Trémulo
lo más profundo de su alma, como surgido de un delirio. Un violín recoge el tema melancólicamente, pero con obstinación eslava. Un último grito de Ermanarich pleno de salvajismo húngaro. Y así concluye la primera parte del drama; todo está callado, muerto, a la espera de la redención.
Despacio, como soñando Recitativo Muy rápido
Todavía haré ahora algunas observaciones con respecto a la forma. Toda esta alternancia de estados de ánimo se halla singularmente expresada en el conjunto de las partes de los compases, mientras que para la ejecución hay que tener presente una gran cantidad de ritmos variados. Hay un compás de tres por cuatro en muchos momentos. En otros, ni ritmo ni compás; se indica expresamente que son interpretados sin compás alguno. A veces es muy difícil hacerse con el tempo justo dada su rápida alternancia. Para terminar, añadiré que sólo la familiarización con los terribles sucesos puede enseñar la forma correcta de interpretar la obra. Es particularmente difícil resaltar la ironía que entraña el motivo de la marcha nupcial.
Justo antes del himno nacional del comienzo hay unos cuantos pasajes muy atrevidos. De sol bemol mayor se cambia improvisadamente a do sostenido y, después, de sol bemol mayor a re menor. El dolor cósmico está representado por extrañas armonías, muy ásperas y dolorosas que, inicialmente, me desagradaron sobremanera. Ahora me parecen un poco más templadas y excusables a la vista del conjunto. El ímpetu y los acosos de la pasión, finalmente, con sus repentinos cambios y sus rupturas tempestuosas, está lleno de monstruosas armonías sobre las que aún no he tomado una decisión. La más horrible es el salto de re bemol mayor a la bemol. El siguiente re menor es misterioso, sobre todo inquieta el mi bemol que contiene.
Así, que ahora tengo ante mí el fragmento entero, que impresiona por su salvajismo y su austeridad y espera una respuesta, la relajación de la atmósfera agobiante que pesa sobre el final.
La conclusión de la obra será mi próxima gran tarea; el juicio al respecto se deja al cronista del próximo semestre, lo mismo que una valoración de ella, que será más imparcial que la mía.
[Octubre, 1862]
Ante todo he de pedir que no se interprete el hecho de que hable de mis poemas como un signo de vanidad. Estoy ya suficientemente alejado de la época en la que intentaba analizar el efecto que éstos ejercían sobre mí como para escribir críticas presuntuosas. Por el contrario, me propongo mostrar no ya cómo se nace poeta, sino cómo se llega a serlo, esto es, que el hacendoso
fabricante de rimas, en cuanto que se desarrollen sus dotes espirituales, también llegará al final a ser un poco poeta. Esto, a modo de observación preliminar.
No es sólo interesante, sino incluso necesario, representarse con la mayor fidelidad posible el pasado, los años de la infancia, pues nunca podremos llegar a obtener un juicio claro sobre nosotros mismos si no consideramos minuciosamente las circunstancias en las que fuimos educados y ponderamos la influencia que tuvieron en nosotros. Todavía hoy puedo constatar a diario cuánto influyeron en mí los primeros años de mi vida: la apacible casa parroquial, el paso de una gran felicidad a una gran desgracia, el abandono de mi villa natal y también la gran cantidad de acontecimientos que trajo consigo la vida en la ciudad. Muy seriamente, quizá llevando con facilidad el asunto a su extremo, con severidad apasionada, tanto en el dolor como en el gozo, e incluso en el juego...
[Noviembre, 1862]
5 de noviembre. Batalla de Rossbach. Inkerman. Conjura de la pólvora60. Por la noche quise hacer los ejercicios de latín, pero me entretuve hablando con Stóckert sobre la influencia moral del arte, o mejor, sobre la relación entre el arte y la moral. Estuvimos conversando hasta las dos de la madrugada. Al final, también algo sobre el estado de nuestros corazones.
Miércoles. Compuesta una mazurca.
4 de noviembre. Martes. La noche del lunes, Bowle con Granier y Jáger, muy francos. La mañana un poco calurosa, sin ganas de trabajar. Dia de sueño. Al mediodía en Almrich.
2 de noviembre. Domingo. Después de comer, paseo por el Teichgraben. Por la tarde, baile. Muy agradable. Von Fuchs.
Trabajo de latín. El jueves, muy bien durante todo el día, quise trabajar por la noche pero no hice nada: me dormí. Nota de la inspección de la escuela al inspectorado. Largo discurso de Busch. No hubo paseo.
Nada más erróneo que arrepentirse de cosas ya pasadas; tómeselas como son. Apréndase algo de ellas, pero sigamos viviendo tranquilamente, observémonos como un fenómeno cuyos rasgos característicos constituyen una totalidad. Ser indulgentes con los otros, como máximo, compadecerles, no enfadarse nunca por causa suya, no entusiasmarse con nadie, todos ellos están ahí sólo para servir a nuestros fines. Aquél que mejor sabe dominar, será también siempre quien mejor conozca a los hombres. Todo acto necesario es legítimo; es necesario cuando es útil. Inmoral es aquello que ocasiona daños y sufrimientos innecesarios a los demás. También nosotros dependemos mucho de la opinión pública en cuanto que somos presa del arrepentimiento y desesperamos de nosotros mismos. Si consideramos necesario realizar una acción inmoral, en ese caso, ésta es moral para nosotros. Toda acción puede ser sólo una consecuencia de nuestro instinto sin la razón; de nuestra razón sin el instinto y de nuestra razón e instinto a la vez.
[Julio, 1863]
Para las vacaciones
La canción de los Nibelungos. Hay que delinear con precisión las concepciones paganas y cristianas, así como las ideas éticas. También considerar los caracteres en posición a los homéricos. El punto de vista estético del canto en cuanto a la descripción de lo horrible y lo bello.
Leerla en la edición Lachmann; comparar la antigua y la moderna. Lo mejor es hacerlo por la mañana, al aire libre. Pero con extractos precisos.
Persio y Juvenal. Esencialmente desde una perspectiva estética. Deducciones sobre el carácter de los hombres y su época. Pensamientos sobre la sátira. Hay que demostrar el elemento poético de la sátira, particularmente con respecto a Persio y Juvenal.
Deben leerse las traducciones junto con el original. Quizás sea lo mejor leer de nueve a doce, para realizar un cambio radical tras la lectura de los Nibelungos.
Nuevo Testamento. Debe considerarse a Jesús como a un orador popular: leer los Evangelios enteros bajo este aspecto. él adivina los pensamientos. Las parábolas y su función. Los discursos familiares ante sus discípulos. El elemento poético implícito en los discursos.
Para leerlo en Gorenzen, preferiblemente en la traducción de Gerlach y en la edición de Tischendorf. Mejor por la mañana temprano. Después, procuraré comentar la lectura con el tío.
Emerson. Tengo que realizar un resumen del libro para mis amigos. Su manera tan americana de ver las cosas: "lo bueno permanece, lo malo pasa". Sobre la riqueza. La belleza. Breves resúmenes de todos los ensayos. Sobre la filosofía en la vida.
Para escribirlo quizá en Sangerhausen, por las mañanas, con cuidado y tranquilidad.
Poemas. l. Torbellino. El destino errante busca unirse con lo más secreto del interior humano, y cuando esta unión se consuma lo destruye todo.
2. La estrella errabunda. A la deriva por el universo, va en busca de la órbita perdida. ¡Oh, que se abran sus ojos! pues siempre recorre el mismo ca mino prescrito para la eternidad; es como el alma que aspira a una meta eterna, que recorre una órbita segura aunque parezca que lo hace sin rumbo y en tinieblas.
3. Canto de estío. Idea principal: «El bien permanece, el mal desaparece». Nada concreto todavía. En todo caso, será el último poema de los Cantos a la tempestad.
Algunas noches las dedicaré a la composición. En primer lugar, hay que continuar el allegro de la sonata. Por ahora, para dos manos. Transcribir «Sonríe otra vez». Lo mismo, «De los años de juventud», para Stöckert. Después, sobre todo, «Oh, el tañido de la campana en la noche invernal». Tengo que traer mas papel pautado de Leipzig.
Qué libros necesito
De Pforta. 1. Persio (Taubner).
2. Versión de Teuffel.
3. Juvenal.
4. La versión de Juvenal.
5. Nibelungos, de Lachmann.
6. Homero, de Faesi. I, II.
7. Enciclopedia de los Nibelungos.
8. Emerson.
9. Diccionario latino.
10. Nuevo Testamento, de Tischendorf.
De Naumburg.
Para Wilhelm Pinder tengo l . Maquiavelo. 2. Munk. (Resúmenes) 3. Tengo que traer el Hettner.
También mis trabajos de alemán y latín con los comentarios.
Además, por lo menos un cartapacio con papel normal, secante, plumas de ganso, etc.



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