Sobre la función paterna y lo sintomático de la sexualidad

Oscar Quiroga
[email protected]
Publicado el: 07/08/11

    


Un sintagma inaugural de la obra de Lacan podría, quizás, ser el "retorno a Freud". Este se inscribe en una discusión muy puntual que Lacan sostiene con los psicoanalistas de su época. Esta concierne a un modo de leer a Freud que implica sostener lo subversivo de la obra freudiana: el más allá del principio del placer. Es de destacar que este, un concepto más que el titulo de un escrito, tendrá distintas articulaciones. En un primer momento y con relación a lo que Lacan llama el valor y la función de la palabra, el más allá se articula al orden simbólico en la medida del automatismo de repetición. Este, en tanto "prevital y transbiológico" 1), dá cuenta de la pérdida originaria de la naturalidad por la operación del lenguaje. Precisamente por esto Lacan parte, otro aforismo inaugural, de la preexistencia del orden simbólico.

 

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Sobre la función paterna y lo sintomático de la sexualidad




Oscar Quiroga.
[email protected]

Un sintagma inaugural de la obra de Lacan podría, quizás, ser el "retorno a Freud". Este se inscribe en una discusión muy puntual que Lacan sostiene con los psicoanalistas de su época. Esta concierne a un modo de leer a Freud que implica sostener lo subversivo de la obra freudiana: el más allá del principio del placer. Es de destacar que este, un concepto más que el titulo de un escrito, tendrá distintas articulaciones. En un primer momento y con relación a lo que Lacan llama el valor y la función de la palabra, el más allá se articula al orden simbólico en la medida del automatismo de repetición. Este, en tanto "prevital y transbiológico" 1), dá cuenta de la pérdida originaria de la naturalidad por la operación del lenguaje. Precisamente por esto Lacan parte, otro aforismo inaugural, de la preexistencia del orden simbólico.
La afirmación de esta anterioridad a cualquier sujeto irá siendo precisada por Lacan en la medida que establezca la diferencia entre la estructura del lenguaje y el orden simbólico. Tal como lo afirma en Función y Campo de la Palabra y el Lenguaje en Psicoanálisis, el lenguaje es una estructura, un campó dirá, que vale para todos. A diferencia de este, el orden simbólico es de un sujeto, implica la operación del Otro, por lo cuál es imposible de universalizar. En este sentido está más ligado a la palabra como función de sujeto. Esta afirmación está formalizada en la direccionalidad del vector simbólico del esquema Lambda.
Una pregunta posible aquí sería: ¿cómo se constituye el orden simbólico del sujeto? Es en esta operación que entra en juego el concepto de Padre. Término que Lacan toma de Freud y lo conceptualizará con el significante.
El objetivo de este trabajo es desarrollar esta operación de constitución del orden simbólico en la medida que implica la operación del Padre y, precisamente por esto, funda el campo de la sexualidad.


La primera aparición de este concepto en Lacan se produce en el seminario 3, Las Psicosis. Es definido allí como el "Significante Ser Padre", cuya función es bien clara: es la carretera principal a la sexualidad, o sea, que de entrada el Padre tiene una función ordenadora. Constituye una vía de acceso a una posición sexuada allí donde la captura por el lenguaje implicó la pérdida de la naturalidad del sexo. Con lo cuál se plantea el soporte ficcional, significante, de la sexualidad. Aún más, Lacan dice: "El significante Ser Padre hace de carretera principal hacia las relaciones con una mujer" 2) Esta afirmación, que vale para ambos sexos, plantea un sesgo que será fundamental en su obra. El problema de la inexistencia del universal femenino, de allí que diga una mujer. Dejaremos este sesgo por ahora y lo retomaremos al final de este trabajo.
Lo que es claro de entrada es que el Padre tiene, a partir de su estatuto significante, un carácter fundante. Es importante resaltar que el significante Nombre del Padre, como finalmente lo llamará tiene como referencia al Padre muerto freudiano, o sea, a un Padre simbólico. No se trata aquí del Padre de la horda primitiva, Padre Real por antonomasia, que tomará un papel importante a partir del seminario 17. Lo que resalta el estatuto significante del Nombre del Padre es una diferencia planteada por Lacan en el seminario 5 y en el escrito "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano". Allí opone, por un lado, La Ley, con mayúsculas: el texto de la ley; o sea, lo real de la ley de prohibición del incesto; por otro, la autoridad o lo que se autoriza del texto de la ley. Si lo primero lo ubicamos a nivel de la letra, entre simbólico y real, lo segundo se juega a nivel del significante, a nivel del discurso, o sea, entre simbólico e imaginario. Con lo cuál la operación paterna permite introducir una precisión a nivel del Otro. Una cosa es el Otro como lugar de la palabra, dimensión que opera por la captura misma por el lenguaje. Por otro lado tenemos al Otro como sede la ley. Esta dimensión ya implica el paso por el complejo de Edipo y fundamentalmente por la castración. En otros términos, el Otro como sede de la palabra opera en la medida de la dimensión de falta que el lenguaje implica; la dimensión de la ley, en cambio, exige la pérdida.

La formalización de la operación del Nombre del Padre es la formula de la Metáfora Paterna

NP . DM → NP (_A_)
DM sdo. al falo
Sujeto


De la cuál resaltan en primer lugar dos cuestiones. La primera es su heterogeneidad que encontramos en la primera parte de la fórmula donde Lacan escribe una proporción. Allí nos encontramos con tres significantes y un significado. La segunda cuestión, fundamental esta, es que este 3 + 1 dá la estructura cuaternaria de la metáfora. Esto indica lo estructural en el sentido de estructurante. Si la contraponemos a la metáfora del escrito "La Instancia de la Letra en el Inconsciente o la razón desde Freud", que Lacan utiliza para dar cuenta de la estructura del síntoma, nos encontramos con que esa formula tiene tres términos. Esto implica una temporalidad precisa. Si la pensamos desde el síntoma, este es biográficamente ubicable. Podemos indicar el momento de su aparición o su levantamiento. A diferencia de esto, la metáfora paterna, por ser estructurante implica un tiempo que imposibilita su ubicación biográfica. De esta solo podemos escuchar los efectos de su operatoria o de la falta de la misma, pero no es fechable.

Llegados a este punto podríamos preguntarnos porque Lacan le dá a esta operación la estructura de una metáfora. Un modo de abordar esta cuestión es plantear que el Nombre del Padre, en tanto significante, viene a operar sobre un campo simbólico ya constituido a partir de la alternancia de la presencia/ausencia materna. En este sentido Lacan sostiene en el seminario 4 "La relación de objeto" que esta alternancia constituye el primer esbozo de cadena significante que, como veremos, esta indicado en la fórmula en la duplicación del significante del deseo de la Madre. Esta alternancia simboliza en primer término al Otro mismo. Se instituye entonces al Otro materno como significante. En esta misma operación, y en tanto su alternancia, la Madre introduce la dimensión del deseo de otra cosa. Frente a esto, se planta en el niño el interrogante acerca de ese más allá de él que la madre desea.
Debido al hecho de que el Otro carece del referente de ese deseo, la respuesta, si se quiere de la estructura, es que lo que la Madre desea es el falo. No todavía el - ϕ, sino el falo imaginario como significado de las idas y vueltas de la Madre. El paso lógico siguiente es que el niño (cualquiera sea su sexo), en su intento de responder a ese deseo de otra cosa se identifique al falo. El deseo del niño es el deseo del Otro, el objeto de su deseo es ese Otro deseo, por lo cuál se identifica al falo para ser objeto del deseo del Otro, para ser deseado por la Madre. Esta operación queda plasmada en la segunda razón de la proporción

DM
Sdo
al sujeto

Esta formalización inscribe el deseo de la Madre en relación al niño tomado como falo. Allí donde Lacan escribe significado al sujeto, a veces pone simplemente x, en tanto la incógnita que el deseo de otra cosa introduce. El hecho de colocar allí el significado habla ya de una respuesta a esa incógnita recién mencionada. Ahora, y respecto de este sintagma de Lacan podemos decir dos cosas. Por un lado que el al indica que el significado no es del sujeto, sino que le viene del Otro. Por otro lado, a partir de este es posible otorgarle al niño alguna significación, atribuirle algún brillo fálico. Esto opera precisamente donde en el esquema L simplificado Lacan definió al sujeto como "en su inefable y estúpida existencia" , o sea, un sujeto indecible, escuchable solo a partir del efecto significante y caracterizado por una barra. Frente a lo real del sujeto, el Otro otorga sentidos que permiten, atributivamente, decir algo de él.




Este primer movimiento, necesario sin dudas, de alojamiento del niño por parte de la Madre tiene, sin embargo, el inconveniente de dejar al niño como súbdito, queda preso. En este punto es que Lacan señala la imposibilidad de parte del niño de dialectizar esta posición. Este es una de las dimensiones del desamparo infantil. El niño queda preso del "pisoteo de elefante del capricho del Otro" . Pero esto mismo introduce, como tambien señala en "Subversión...": "la necesidad de su refrenamiento por la ley" . Con lo cuál es la misma operación de sometimiento del niño al deseo caprichoso de la Madre la que abre las puertas a la operación del Nombre del Padre.
Ahora bien, Lacan dice "necesidad de su refrenamiento...", necesidad lógica que nada debe a la biología. Esta caracterización implica ya un problema clínico, nada garantiza que esta necesariedad opere. Es necesaria para producir ciertos efectos, si esto no opera los efectos serán otros, pero nada la garantiza. En este sentido afirmamos que la operación paterna está atada, en un principio, a una contingencia. Si opera, sus efectos se fijan necesariamente, o sea, se sintomatizan.


La función paterna es claramente interdictora, el Nombre del Padre deviene el agente de la ley de prohibición del incesto, como ya dijimos, el que se autoriza del texto de la ley, esto está indicado en la fórmula

NP
DM


En este punto es importante que nos detengamos sobre la ya mencionada duplicación del significante DM.
Podemos pensarla como la instalación del par S1-S2, el primer esbozo de la cadena que permite al NP entrar en conexión con la posición de objeto del niño. La necesariedad de la mediación del deseo de la Madre, ya señalada por Freud, se debe a que el niño no ocupa para el Padre el lugar de causa del deseo. Sí entra como objeto para la Madre y será el Padre el encargado de desalojarlo de allí.
Entonces, si bien el DM está duplicado no se trata del mismo significante, ya que la orientación de cada uno es diferente. Por un lado el DM orientado al niño tomado como falo. Por otro el DM en relación al NP, donde este pasa a portar lo que la Madre desea, algo que no es el niño. Desde aquí se puede abrir un camino que lleve a separar maternidad de femineidad, ya que el problema del referente no es igual en esas dos vertientes del deseo. Ya señaló Diana Rabinovich en su "Lectura de la Significación del Falo" que para Lacan no será un trabajo fácil separar el deseo materno del deseo femenino.
El carácter interdictor del Padre implica elidir el DM, lo sustituye, lo suprime. Esto implica que el NP como agente de la ley, que lo afecta tambien a él, viene a sustituir a la ley caprichosa de la Madre. Es a partir de esto que se producen los efectos que vemos plasmados en la segunda parte de la fórmula

NP (A)
Falo


Donde el significante NP dá cuenta que, para cada sujeto, se inscribe una versión de la ley. Posteriormente, al pluralizar los Nombres del Padre establecerá una diferencia entre suplencia y versiones, donde debemos remarcar la singularidad de una y la pluralidad de las otras. Entendemos que esto es válido en otro contexto, el del carácter anudante del Padre como cuarto en el nudo borromeo. En el ámbito de la metáfora, tema que nos ocupa, nos parece que esta diferencia no se hace efectiva. Aún, sin embargo, podemos pensar a esta versión particular de la ley como aquello que en el uno por uno de los sujetos indica la función del Padre como punto de capitonado del deseo inconsciente, un nudo..., pero todavía no borromeo. En la medida en que el Padre "libera" al niño del capricho del Otro primordial, lo instituye como sujeto deseante. O sea, que el Padre funda el deseo articulado a la sexualidad, lo que Freud llamó la salida a la exogamia.


Antes de meternos con el campo fálico que esta operatoria funda hemos de indicar que el Otro ubicado en la fórmula, que podría llamar la atención por su no barradura, nos señala que el Padre como carretera principal no solo ordena, organiza las significaciones, sino que además constituye la cadena de discurso inconsciente: el Inconsciente es el discurso del Otro, lugar de la sobredeterminación. Precisamente su no barradura señala aquí que el Inconsciente como discurso del Otro forma un conjunto cerrado o, como dirá Lacan más adelante, arma un semblante del universal que no existe. Esta doble incidencia del NP está plasmada en un esquema muy claro del Seminario 5



NP
SSSSSSSSSSSSSS
ssssssssssssssssssss


Vemos allí la ubicación del NP como término anudante que permite la cadena, la serie significante por un lado y por otro organiza la significación vía la introducción de una medida fálica, el - ϕ, lo que permite hacer operativo el equívoco significante.
La ubicación del término falo en la fórmula permite articularlo tanto al φ como al ϕ. Nos ocuparemos aquí solamente de este último, remitiendo al lector que lo desee a consultar en internet el escrito titulado "El fantasma y la presencia real" donde trabajamos la vertiente del falo simbólico.

Para Lacan el - ϕ, la significación fálica, es un imaginario no especular. La conceptualización que Lacan realiza de este le permite ir más allá de la teoría de los vasos comunicantes freudianos. En esta, Freud plantea que la libido en tanto energía que catectiza objetos se define por ser yoica u objetal. A mayor investimiento narcisístico mayor empobrecimiento de la carga de objeto y viceversa. A diferencia de esto, Lacan define al - ϕ como una reserva libidinal. Se trata de una porción libidinal que no es ni narcisista ni objetal, pero en tanto está en reserva permite la investidura: objetal o narcisísta. Lo podriamos pensar como el punto de fuga de una imagen, no está en la misma, pero sin él no habría imagen. En este sentido es tambien una reserva operatoria. Con lo cuál plantea que no todo se inviste. A partir de esa porción que no, Lacan podrá pensar la diferencia entre lo que se representa y lo que se presenta.


En la medida, precisamente, de ser reserva libidinal, el - ϕ opera como una unidad de valor, un término comparativo que marcará con valor fálico a algunos objetos, no todos. Pero aquellos que si, podrán, en cierto sentido, ser intercambiables. El ejemplo paradigmático de esto es el objeto del transitivismo infantil (más allá de la edad cronológica del sujeto en cuestión...), o más generalmente los objetos de amor, respecto de lo cuales tantas veces escuchamos a nuestros analizantes quejarse acerca de que son todos iguales. Lo que los hace equivalentes, mejor dicho, es la unidad de valor, esa medida que imprime una marca en el objeto señalando su procedencia incestuosa.
Por lo antedicho queda claro que el - ϕ cumple un papel preponderante en cuanto a la circulación del sujeto en el lazo social en general y en la relación con un partenaire en particular.
Este - ϕ será el término clave en esta primera conceptualización de la sexuación. Como ya dijimos, el Padre entra para prohibir. Esta prohibición, doble pues afecta tambien al Otro, saca al niño de ser el falo para la Madre. En este punto ubicamos la pérdida a la que ya hicimos mención. Lo que el Padre prohibe es el gozar de la Madre, con toda la equivocidad que implica. Al niño le prohibe gozar de ser el falo de la Madre. No prohibe ciertamente el amor, y en cuanto al deseo, lo funda por prohibir. Por lo cuál esta prohibición le implica al niño, cualquiera sea su sexo, una pérdida. No puede gozar de serlo. De lo que se deriva que no todo el goce fálico está permitido, aquí ubicamos una porción de goce, fálico ciertamente, pero prohibido. Esta prohibición inaugura la lógica atributiva fálica.


Del lado del niño que ya no lo es, se tratará de tenerlo sin serlo. En este tener el niño sale con los títulos/emblemas fálicos "en el bolsillo" dice Lacan. Se trata de algo en reserva ya que al niño el cuerpo no le responde en la medida de los emblemas significantes, hay una hiancia, Juanito es quizás uno de los mejores ejemplos al respecto. Unos títulos y una promesa: llegado el momento podrá usarlos. A esta posición viril Lacan la denomina impostura. Se tratará para el niño devenido hombre, en términos fálicos, de portarlo como modo de semblantear que lo tiene.
A diferencia de esto, la posición de la niña se define como serlo sin tenerlo. No se trata desde luego del serlo con relación a la Madre. La niña sostendrá, llegado el momento, la mascarada que transforma su cuerpo en falo. Es clara la raigambre freudiana en esto en la medida de que la salida edípica para la niña implica la serie sustitutiva fálica: niño-pene-falo. Afirma Lacan que ella no lo tiene pero sabe donde ir a buscarlo. La promesa tambien está aquí en juego ya que es inherente a la operación del significante Nombre del Padre, pero, saber donde buscar no implica encontrar.
Notemos que hay un término común a ambas posiciones, punto capital de esta articulación, es el sin, este pone en juego el hecho de que el uno hace como que lo tiene, la otra como que lo es. Con lo cuál afirmamos que el sin indica, que la única posibilidad, para un sujeto, de asumir una posición sexuada implica ineludiblemente a la castración. Por esto Lacan, a la altura de su seminario "El acto analítico", definirá al - ϕ como el lugar donde se inscribe la hiancia propia de la relación sexual. Si bien el falo es el término con el cuál el sujeto trata de arreglárselas con la no complementariedad sexual, este término está irreductiblemente, íntimamente marcado por la falla propia de la sexualidad humana.



Por esto, y para finalizar, retomemos aquella mención a la inexistencia del universal femenino como efecto de lenguaje, o sea, que es para todos. Ya plantear que el falo lleva la marca de un imposible, traslada el obstáculo de la castración a otro nivel. Ya no se tratará de tener o no sino de que No Hay. A partir de este punto la clínica se orientará a un campo que implica un más allá del Padre aunque no sin él. En este contexto es que Lacan producirá los desarrollos sobre el estatuto del Padre que caracterizan a los seminarios 20 al 24. Esto de alguna manera, y retroactivamente en la lectura, ya estaba anticipado en "La significación del Falo" cuando Lacan deja claro que la roca viva de la castración no se corresponde con el fin de análisis, o sea, que no se puede reducir la castración al falo.

Oscar Quiroga.
[email protected]
Noviembre de 2010.

Bibliografía:
-Lacan, J.: La Carta Robada, en Escritos 1, Editorial Siglo XXI, Buenos Aires, 1991.
-Lacan, J.: De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis, en Escritos 2, Editorial Siglo XXI, Buenos Aires, 1991.
-Lacan, J.: Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano, en Idem.
-Lacan, J.: La Significación del Falo, en Idem.
-Lacan, J.: El Seminario, libro 3: Las Psicosis, Ed. Paidós, Buenos Aires, 1998.
-Lacan, J.: El Seminario, libro 4: La Relación de Objeto, Ed. Paidós, Buenos Aires, 1996.
-Lacan, J.: El Seminario, libro 5: Las Formaciones del Inconsciente, Ed. Paidós, Buenos Aires, 1999.
-Lacan, J.: El Acto Analítico, inédito.
-Rabinovich, D.: Lectura de La Significación del Falo, Ed. Manantial, Buenos Aires, 1995.



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