Aproximación a una Reflexión Deleuziana Sobre el Tenis Contemporáneo

Guillermo Garrido-Lestache Vidal
[email protected]
Publicado el: 30/05/11

    



La filosofía contemporánea se caracteriza por el intento constante de traspasar los límites temáticos y metodológicos heredados de la filosofía moderna.Gilles Deleuze puede ser considerado el epítome de ésta corriente, como se puede apreciar en la aplicación práctica que otorgaba a sus reflexiones y conceptos. Siempre defendió que la concepción común en la sociedad de la filosofía como algo abstracto está totalmente equivocada, ya que filosofar es pensar la realidad y por tanto siempre aplicable a las distintas cuestiones del saber y quehacer humano.El francés da buena nota de ello en la extensa entrevista El Abecedario de Gilles Deleuze, en la que trata todo tipo de temas a menudo recurriendo a conceptos que desarrolló en sus principales obras.

 

                                                                Facebook    





Aproximación a una Reflexión Deleuziana Sobre el Tenis Contemporáneo

Guillermo Garrido-Lestache Vidal

La filosofía contemporánea se caracteriza por el intento constante de traspasar los límites temáticos y metodológicos heredados de la filosofía moderna.Gilles Deleuze puede ser considerado el epítome de ésta corriente, como se puede apreciar en la aplicación práctica que otorgaba a sus reflexiones y conceptos. Siempre defendió que la concepción común en la sociedad de la filosofía como algo abstracto está totalmente equivocada, ya que filosofar es pensar la realidad y por tanto siempre aplicable a las distintas cuestiones del saber y quehacer humano.El francés da buena nota de ello en la extensa entrevista El Abecedario de Gilles Deleuze, en la que trata todo tipo de temas a menudo recurriendo a conceptos que desarrolló en sus principales obras.
Uno de los temas que trata es el deporte, y concretamente el tenis, sobre el cual reflexiona a partir de conceptos de su propia factura. Deleuze habla sobre las variaciones del cuerpo, de fisionomías, de movimientos y de posturas. Esto recuerda al ”cuerpo sin órganos”desarrollado en Mil Mesetas, ya que la creación de variaciones es el principio del potencial del cuerpo virtual. Un ejemplo que usa es el de los lanzadores de peso, sobre los que dice ”¿cuando se trataba de potencia, como, con lanzadores muy potentes, recuperar la velocidad? ¿Y cuándo se trata de la rapidez, como, haciendo de esta el principal elemento, recuperar la potencia?". Así, en el potencial no hay solamente capacidad, sino también limitaciones con las que lidiar. Deleuze también menciona que los deportes, como el arte o la filosofía, son un espacio para el estilo. Por tanto, diferencia entre creadores de estilo y no-creadores o imitadores, que se dedican a perfeccionar un estilo ya existente añadiendo pequeñas innovaciones (o variaciones) para adaptarlo a su entorno.
Es inevitable recordar otro concepto deleuziano como es el ”territorio”. La forma que tiene un tenista de ocupar la pista y como se maneja en ella siempre son aspectos fundamentales para analizar su tenis. Cada tenista se encuentra cómodo en su territorio. éste puede ser un lugar en la pista como el fondo o la red, el centro o los costados. Pero también puede ser el tipo de punto que se juega: si es largo o corto, de peloteo tranquilo o fuerte, de dominador o de receptor, de mucho o de poco movimiento. Yendo más lejos, el territorio puede referirse también al formato del partido: el tipo de pista, el tipo de torneo, el momento del torneo (un jugador no juega igual ni se maneja igual que otros en una primera ronda que en una final), el ambiente del público, la relación con el juez de silla, la historia del jugador en el torneo o contra el contrincante, el clima y hasta la tecnología (el ojo de halcón).
Deleuze no llegó a elaborar toda una reflexión filosófica sobre el tenis, pero si nos dejó el principio para tal reflexión. Hablando en 1988, el pensador postmoderno enfoca su análisis conceptual del tenis en los tres grandes iconos de la época: Bjorn Borg, John McEnroe y Jimmy Connors. Proclama primero que Borg fue el ”proletarizador" (o democratizador) del tenis, el que lo convirtió en algo que cualquier interesado podía entender y practicar. El culpable de aquello fue el estilo completamente nuevo creado por el sueco, que consistía en ”fondo de pista, bola alta y efecto liftado". Aquel estilo no requería de una capacidad física superior (aunque el propio Borg si hacía uso de la suya, pero sobre todo a modo de resistencia a lo largo de los puntos y partidos). Tampoco hacía falta una gran técnica en el golpeo, ya que es más sencillo pasar la bola a dos metros de la red que a dos centímetros. Se basaba en la inteligencia de movimientos, el conocimiento de las reglas básicas del juego (jugar en el centro, hacer correr al adversario, variar el juego en el momento adecuado y de la forma correcta), y conocer los defectos y cualidades tanto de uno mismo como del contrincante. Estos son aspectos que pueden entrenarse y mejorarse sin la necesidad de capacidades físicas o técnicas.
Así, Deleuze resalta la imagen ”crística” de Borg, haciendo mención a su parecido físico con la representación común en occidente de Jesucristo. Así como Jesucristo democratizó la teología Judía, Borg hizo lo mismo con la práctica del tenis. Mientras el estilo de Borg era para las masas, el de McEnroe fue todo lo contrario; el tenis aristocrático. El americano iba en contra del público y del juez de silla durante los partidos no solo como método para quitarse presión, sino también para ganar motivación, y reafirmarse en su estilo y territorio tenístico. Ese territorio era el de la dificultad, al extremo de la imposibilidad. Mientras la fascinación por Borg viene de su sencillez, inteligencia y autocontrol, la admiración hacia McEnroe se basa en su destreza inimitable, espontaneidad y empuje. El saque rápido y colocado seguido de una subida a la red es algo anterior a McEnroe, pero éste le otorgó una nueva dimensión, según Deleuze. Esas boleas imposibles, en las que cruzaba media pista en un instante cuando parecía que la bola ya le había superado, son el mejor ejemplo de su tenis y quizás por ello lo más recordado.
McEnroe fue el tenista aristocrático porque ”inventaba golpes sabiendo que nadie podría seguirle". Deleuze también menciona el invento del ”golpe colocado” por parte del americano. Es un golpe habitualmente ganador con el que, tras un punto exasperante, el tenista colocaba (en vez de golpear) la bola exactamente en el sitio que quería. Así, el principio de Borg es el del proletario, en el que todos son iguales y deben trabajar para superarse mutuamente. Por oposición, McEnroe se rige por el principio aristocrático del que va solo y no quiere compañía, y es (o se cree) superior al resto por el simple hecho de ser quien es. Ambos fueron creadores de estilo y aportaron nuevas formas de jugar el tenis y de entenderlo (ya que toda forma de hacer algo conlleva una forma particular de entender lo que aquello es o debe ser). Podríamos ir más allá de la analogía política de Deleuze y considerar a Iceborg y Big Mac como dos concepciones éticas, el uno teniendo el aplomo de un estoico y el otro la exuberancia epicúrea-hedonista.
Ambos tenistas fueron lo que Deleuze llama creadores de estilo. Por el contrario, Jimmy Connors, aunque también un gran tenista, no fue más que un imitador de un estilo ya existente. Connors era aristocrático de forma similar a la que luego fue McEnroe, ya que sus golpes consistían en ”el rechazo del efecto, la bola lisa y rozando la red". Golpes complicados que requieren una técnica excepcional. Estos golpes no significaron un avance excepcional en la historia del tenis, ya que siempre se practicaron. Luego Connors fue un imitador de un previo estilo, pero también un perfeccionador que reformuló ese estilo para adaptarlo a sus tiempos, consiguiendo competir por los títulos más importantes. Conceptualmente, Connors parece representar el pragmatismo que forma la base cultural e ideológica de su nación: juega el tenis que puedes con lo que tienes, y hazlo de tal forma que minimices las cualidades de los demás y maximices las tuyas.
Es posible, e incluso recomendable para facilitar el análisis teórico, trazar una línea de pensamiento similar a la de Deleuze con los grandes tenistas de hoy. Las pistas ya no las ocupan hoy Borg, McEnroe y Connors sino Nadal, Federer y Djokovic. Existen similitudes entre los casos, como se demuestra en las frecuentes comparaciones de las rivalidades Borg-McEnroe y Nadal-Federer, sobre todo por la repetición cuasi cíclica de la historia en las finales de Wimbledon. Sin embargo, hay suficientes diferencias como para crear una nueva interpretación teórica sobre el tenis actual, pero basándose en la metodología usada por el filósofo posestructuralista.
Es complicado elucidar quién es el heredero de quién. ¿Es Nadal el heredero de Borg y Federer el de McEnroe? ¿O viceversa? En realidad ambos son herederos de esos dos predecesores, porque una vez inventadas nuevas líneas de juego, no se pueden ignorar. Se comportan como las ”líneas de fuga”concebidas por el propio Deleuze. Las líneas de fuga son creaciones de nuevas formas de comportamiento que nacen del deseo de su creación y, a pesar de que su surgimiento es impredecible, una vez consumado ya no se pueden evitar o negar por parte del colectivo afectado. De la misma forma que después de Goya, Beethoven o Kant la pintura, la música y la filosofía ya no pueden ser iguales por que no se pueden ignorar sus aportaciones, así ocurre en el tenis con genios como Borg o McEnroe.
El tenis de Nadal debe mucho a Borg. La bola a mucha distancia de la red, la utilización del efecto liftado o el predominio del peloteo desde el fondo de pista son las principales características comunes. Sin embargo, mientras Borg fue el proletarizador del tenis, Nadal lleva ese estilo más lejos, más allá de su sencillez. Es una sencillez extrema. La capacidad física y técnica del español está presente en todo su juego. Juega al fondo de pista, sí, pero moviéndose de un lado a otro con la rapidez de un velocista. Lifta la bola, pero con un ”top spin” inalcanzable para el resto de los mortales. Su peloteo pasa a mucha altura de la red, pero con la sola intención de que el bote incomode sobremanera al adversario. La derecha invertida del manacorense es uno de sus recursos más admirados y a la vez más inimitables. Golpear con la derecha un golpe que viene al revés y enviarlo al revés del contrario (ya que Nadal juega con la zurda) implica convertir un golpe defensivo en ofensivo, y ahí reside su dificultad.
Nadal juega como jugaría un McEnroe al que le han ensenado a jugador como Borg.Cuando insiste en mandar la bola a la misma esquina repetidas veces, no es solamente una forma de cansar al adversario hasta que falle, sino que juega con la mentalidad. Solo el más fuerte de mente puede mantener ese peloteo cruzado colocando la bola en la línea lateral del oponente hasta elegir el momento adecuado en el que cambiar el punto (con un golpe paralelo, o una dejada).Es una encrucijada de la que no se puede salir sin superar a Nadal en su propio terreno, y eso ocurre en pocas ocasiones. Es la desterritorialización del contrincante por medio de la imposición inescapable del territorio de uno. Nadal usa la inteligencia y la voluntad, como Borg, pero en aspectos del juego en los que no se puede intentar hacer eso sin tener su maestría. Podríamos hacer una interpretación a modo Deleuziano y decir que Nadal es el proletario convertido en aristócrata, el proletario que ya no necesita de los demás, el que viaja solo. El tenista español es el proletario convertido en la mejor expresión posible del proletario, es decir, el guerrero. El guerrero no es sino el proletario cuando actúa en tiempos extremos, de conflicto y de crisis. En esos casos, sólo los que exceden en sus cualidades pueden sobrevivir en la lucha.
Mientras para Borg el tenis era un trabajo o una empresa, para Nadal es una batalla. Y al convertir los partidos en batallas, nadie puede ganar al que es experto en ellas. Pero una batalla no es algo puramente espontaneo y caprichoso como la voluntad de poder del aristócrata. Es decir, Borg usaba su autocontrol para procesar lo que ocurría durante y entre los puntos y así planear la mejor forma de actuar (ej.: elegir entre continuar o romper con lo anterior, la forma adecuada de seguir ganando o dejar de perder, etc.). De forma similar, Nadal planea los puntos como un general de ejército que confecciona el próximo movimiento y la mejor estratagema. Sin embargo, Nadal funciona con una serie de opciones (plan A, B, C) y usa la que más le conviene según la situación en que se encuentra. No es un plan puro y fijo, sino una serie de opciones con variantes.
Por el contrario, si hay una característica única en Federer es su capacidad de planificación. Su tenis es como un reloj suizo, con una mecánica perfecta que funciona con precisión milimétrica y predeterminación absoluta. Siempre sabe lo siguiente que va a hacer, y siempre es la mejor opción posible. Tiene una calculadora mental que lo cuantifica todo. Mientras Nadal juega con estrategias previamente diseñadas pero a la vez impredecibles, Federer puede ser predecible pero lo mismo da porque si hace lo que ha planeado es incontestable. Gran parte de sus golpes ganadores son fruto de una construcción minuciosa del punto hasta que llega el momento en el que es imposible devolver ese último golpe. Es un ajedrecista que juega al tenis. A esto además le ayuda una técnica perfecta en todos los aspectos del juego (posición, movimientos, golpeo, efectos), con la que consigue una precisión pasmosa.
La oposición entre Federer y Nadal es visible en casi todos los aspectos del juego. De forma general, la contraposición conceptual está entre el tenis de golpes y el tenis de puntos. Para el suizo lo importante es la perfección del golpe singular, particular. Si ésta se alcanza, no habrá respuesta, se habrá ganado el punto. Por el contrario que el español concibe el juego como un flujo, la pelota está en movimiento constante, y el que mejor se adapte al flujo de los vectores que ésta lleve (sus fuerzas y direcciones) se llevará el punto. Federer y Nadal son respectivamente las representacionesy expresiones (usando los dos términos en su significado Deleuziano) tenísticas de las filosofías de Parménides y Heráclito.
Estas dos metafísicas del ser y del tiempo en el tenis conllevan su particular ética, política y estética en la práctica del deporte. Qué se debe hacer en un particular momento depende de cómo se vea la naturaleza de la situación en que uno se encuentra. A un golpe ganador del adversario a su revés, Nadal probablemente intentaría mandar una derecha invertida cruzada, adaptándose a la situación. Mientras, Federer podría decidirse por su exquisito revés a una mano paralelo, siendo el mejor golpe posible. A los dos les serviría, por lo que no es una cuestión de cuál es la mejor opción, sino de tener en cuenta diferentes categorías pseudo-Kantianas.
Algo muy comentado en las comparaciones de los dos más grandes tenistas de la década han sido sus diferencias estéticas. Federer se decanta por un ”look” clásico, casi siempre de blanco, con pantalones cortos y camiseta de polo. La imagen contrasta con un Nadal al que le gusta experimentar, vistiendo casi siempre de color, con pantalones no-convencionales en forma y longitud (a menudo los ”piratas”), y una cinta en el pelo. éstas elecciones en el look son representaciones de sus concepciones del tenis: para Federer, la formalidad es la base del saber estar, consiguiendo la harmonía necesaria para la lucidez mental, y para Nadal la expresión de uno mismo y las variaciones son formas de mantenerse activo en el juego. Cuando Nadal logró por primera vez alcanzar el primer puesto de la ATP, muchos interpretaron su cambio de vestimenta hacia lo clásico como una aceptación de su responsabilidad. Pero pronto se demostró que la formalidad tan solo fue una fase dentro de las variaciones.
Sin embargo, si ha habido cambios permanentes en la trayectoria de Nadal. Físicamente, desde que alcanzase el primer puesto por primera vez redujo la musculatura en los brazos, lo cual le sirvió para ganar movilidad. Así pudo mejorar el estilo de su saque, haciéndolo más rápido y pudiendo competir en ese aspecto en los torneos en los que tradicionalmente fallaba (Wimbledon, US Open). El juego de Nadal ha estado lleno de cambios, variaciones con las que se adapta a diferentes épocas de su carrera (como cuando volvió de su larga lesión) o a diferentes tipos de torneo. Lo mismo dice Deleuze sobre Borg, contrastándolo con los ”machaca” que se basan en su poderío para ganar, y que por lo tanto no evolucionan. Federer es mucho más que un machaca, pero la única vez que intentó variar su juego (para volver a ganar a Nadal después de perder el primer puesto) fue un fracaso, y no volvió a ser él mismo en la pista hasta que retomó su antiguo estilo con más convicción que nunca. Consiguió ganar Roland Garros por fin, eso sí, sin enfrentarse a su archinémesis. Pero lo hizo adaptando la pista a su juego, practicando su tenis de siempre de tal forma que se impusiese al del rival, en vez de adaptándose él a la tierra batida.
Es interesante considerar si la estaticidad es una característica intrínseca del estilo sistemático. Federer se esfuerza constantemente en que la situación sea la mejor posible. Buena muestra de ellos son los puntos que pierde por que decide no intentar responder a la bola del oponente. Esas decisiones las toma siempre como medida práctica. Cuando las probabilidades de llegar (y de pegar a la bola en condiciones suficientes como para esperar que sea un buen golpe) son escasas, mejor es dejarlo pasar y centrarse en el siguiente punto. Esto contrasta con la actitud un tanto idealista de Nadal, que juega con el honor del guerrero que sabe que aunque tiene la batalla perdida, quedará para la posteridad el honor de su esfuerzo hasta el final (apoyándose en su físico privilegiado, como haría un espartano). Federer es pues un controlador como Borg, pero que rige sus decisiones con el principio de la perfección. Ese principio es similar al principio aristocrático de McEnroe de hacer lo imposible, pero aplicado como norma en todos los golpes: el golpe perfecto es lo más imposible que existe. En este sentido Federer es un Borg que juega como un McEnroe.
Por lo tanto, ya no se trata del aristócrata sino del burócrata. Un burócrata que lo controla todo con la rigurosidad de un Código Romano del tenis y que lo calcula todo con la minuciosidad del inspector de hacienda. Un burócrata encasillado, cuadriculado y centroeuropeo. Un burócrata kafkiano. Tras el poder caprichoso del aristócrata surgió el orden burocrático, que controla todo tipo de capricho, de inestabilidad, de incertidumbre. Quizás por eso Federer alcanzó una seguridad en su juego que nunca tuvo McEnroe, que le ha permitido ganar más títulos de Grand Slam que el americano y mantenerse más tiempo en el primer puesto del ranking. Federer ha conseguido que la búsqueda de lo imposible no sea algo espontaneo, sino algo controlable y práctico como norma general.
En términos tenísticos, la ”política” puede referirse a la relación de los jugadores con la afición, con los jueces, y con los medios. La de Federer es, en general, una actitud indiferente respecto al público. Intenta abstraerse de todo para concentrarse en los objetivos y estar lúcido a la hora de jugar los puntos. En contraste, Nadal se sirve del empuje continuo del público como método de motivación. El famoso ”¡vamos Rafa!” (convertido en infame por los medios, como suele ocurrir, porque la repetición convierte las grandes frases en tópicos vacíos) y sus excesivas celebraciones (ahora más reducidas y menos frecuentes, otra evolución de su juego) tras cada punto ganado son formas de mostrar su apertura al ánimo de los espectadores. El burócrata debe mantenerse firme frente a la sociedad para hacer un trabajo preciso e idóneo, mientras el guerrero se sirve de la admiración de sus gentes para armarse de valentía en su cruzada. Esta diferencia también se nota en su trato con los medios, Nadal soliendo dar algo especial, mencionable en rueda de prensa y Federer mostrando su carácter centrado en los objetivos.
Sin embargo, ambos tenistas tienen una política similar con respecto al juez de silla. No suelen quejarse de sus decisiones, salvo cuando es adecuado hacerlo, porque tienen dudas razonables sobre su veracidad y consideran que es un momento importante. Cuando piden el ojo de halcón es porque están convencidos de que la decisión ha sido errónea y generalmente suelen acertar. Nunca piden o recurren una decisión como fruto de la desesperación en el partido, es decir, no dejan que el juego influencie su capacidad de juicio. Y esto último no solo con respecto a los jueces, también en general a la hora de juzgar el momento en el que se encuentran durante un partido y qué deben hacer. Ambos suelen razonar bien independientemente de lo mal o bien que vayan, y eso les permite mantener la buena racha o cambiar el rumbo negativo. Esto es lo que les diferencia principalmente del resto del top 10 o 20, que, como dicen a menudo los entendidos, no están tan lejos en términos de calidad y juego. Esa mentalidad crítica en todo momento diferencia a quien juega un gran torneo de quien lo gana. No es de extrañar que ambos sean especialistas en momentos críticos del juego como los ”tie breaks”, los puntos de rotura del saque (”break points”) a favor o encontrar y las remontadas tras perder uno o dos sets.
El otro grande del tenis actual, Novak Djokovic, también se encuentra a cierta distancia de éstos en términos de mentalidad. Muchos no se explican cómo, con el potencial de su juego, ha ganado tan sólo un título del Grand Slam. Algunos lo achacan a la presencia de Nadal y Federer, dos gigantes que lo han ganado todo en los últimos años y que irán dejando espacio al serbio según vayan envejeciendo. Sin embargo, su actitud quejica y negativa no transmite confianza en que llegue a ser un grande histórico. Los enfrentamientos con los jueces, las quejas ante sus entrenadores, los enfados consigo mismo (con destrozo de raquetas incluido) o los frecuentes problemas físicos durante los partidos (eso sí, siempre y cuando esté detrás en el marcador) le alejan de la grandeza.
Más allá de estos temas, su tenis recuerda bastante en lo general al de Connors: rechazo total del efecto y golpes planos y duros que buscan superar al contrario de una forma un tanto básica. No parece haber aportado novedades importantes al juego, por lo que podríamos decir que es un imitador, perfeccionista de un estilo ya existente. Si Nadal es el guerrero y Federer el funcionario, Djokovic es el artista que ha perdido la confianza en sí mismo y vuelca su inseguridad en el otro (jueces, entrenador, público, raqueta, pista) cuando no salen las cosas como quiere. ¿Quién sabe si la madurez le permitirá alcanzar la rigurosidad necesaria para superar al adversario? Puede que Djokovic represente la moral judeocristiana en el tenis, en la que uno debe superarse a sí mismo (y con ello superar su deseo, deseo de cómo debe ser el juego) para superar al mundo.
Seguramente este intento de teorización del tenis actual es poco metodológico y partidista. Sin embargo, si un erudito como el propio Deleuze se permite hacer una interpretación que alaba a Borg enormemente (comparándolo con Jesucristo), tacha de aristocrático a McEnroe y menosprecia como mero imitador a Connors, quizás uno hace bien en seguirle. Si no se puede ser objetivo, se debe intentar justificar la particular subjetividad, pero siempre siendo consciente de que es subjetiva y no absoluta. Como última reflexión, quisiera exponer la paradoja que supone la reavivación del tenis (a nivel económico y mediático, como todo en el mundo de hoy) llevada a cabo por Federer y Nadal (que no está basada simplemente en su rivalidad, sino en las novedades que aporta dicha rivalidad) tras el ”germen” que supuso Sampras (y su séquito de plusmarquistas del saque), mientras lo han convertido en algo inalcanzable: nadie puede llegar a la perfección y planificación de cada golpe como Federer, ni a la adaptabilidad y el esfuerzo máximo constante de Nadal. Ante dicha paradoja uno se pregunta si Federer y Nadal son ejemplos del superhombre profetizado por el profeta de nuestra era, cuyas iniciales concuerdan curiosamente con los apellidos de éstos tenistas: F.N.



Comentarios sobre este texto:




Condiciones de uso de los contenidos según licencia Creative Commons

Director: Arturo Blanco desde Marzo de 2000.
Antroposmoderno.com © Copyright 2000-2021. Política de uso de Antroposmoderno