La disyuntiva de la escuela frente a la cultura de la imagen

Maria Fernanda Abad

Publicado el: 07/04/09

    


El Tribuno salió a la calle a preguntar a los salteños cuánto tiempo pasan frente a un televisor prendido. La mayoría de los adultos encuestados respondió que mira TV de 2 a 4 horas por día, especialmente al mediodía y a la noche, porque es el tiempo que les queda libre. Consultados acerca del promedio de sus hijos, estas personas admitieron que los chicos pasan "todo el día" con la tele encendida. Incluso hubo quienes revelaron la estadística inversa: "En casa, el televisor se apaga 3 o 4 horas por día", señaló Eduardo, comerciante del casco céntrico. El dato puede no causar extrañeza, porque la realidad puesta al desnudo se repite en muchísimos hogares. El problema es lo que subyace.

 

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La disyuntiva de la escuela frente a la cultura de la imagen



Muchas horas frente a la televisión puede resultar dañino pra los chicos.
¿Qué deja la TV prendida todo el día?
Los salteños adultos miran tele entre 2 y 4 horas diarias, pero sus hijos están frente a la pantalla "todo el día".

No se ponen límites a este entretenimiento, aún cuando estudios advierten lo dañina que puede ser la TV.
Maria Fernanda Abad
El Tribuno salió a la calle a preguntar a los salteños cuánto tiempo pasan frente a un televisor prendido. La mayoría de los adultos encuestados respondió que mira TV de 2 a 4 horas por día, especialmente al mediodía y a la noche, porque es el tiempo que les queda libre. Consultados acerca del promedio de sus hijos, estas personas admitieron que los chicos pasan "todo el día" con la tele encendida. Incluso hubo quienes revelaron la estadística inversa: "En casa, el televisor se apaga 3 o 4 horas por día", señaló Eduardo, comerciante del casco céntrico. El dato puede no causar extrañeza, porque la realidad puesta al desnudo se repite en muchísimos hogares. El problema es lo que subyace.
Según datos estadísticos, en Argentina, los niños de escolaridad primaria pasan 1.450 horas anuales frente al televisor y 950 horas anuales en el aula.
La doctora Graciela Peyrú, en su libro "Papá, ¿puedo ver la tele?", señala que un "televidente pesado" es un niño que consume entre 3 y 4 horas de televisión diarias, y en Argentina, los niños de entre 4 a 10 años están consumiendo de 3 a 6 horas por día, y este tiempo se incrementa en los más chicos.
A pesar de que los padres ven el televisor a una especie de "asistente" que les permite mantener a los chicos quietos y aparentemente "seguros" dentro de casa, son cada vez más determinantes los estudios que describen el daño que produce a los más pequeños la permanencia ilimitada frente a la pantalla.

"Mi hija no hace los deberes si no tiene el tele prendido", señaló Rita, una empleada pública salteña que seguramente desconoce que la televisión de fondo perturba a los chicos, afectando su desarrollo.

Muchos son los padres que miran las noticias mientras los chicos juegan cerca. O las madres que, mientras ordenan la casa, dejan el televisor prendido. Los chicos, en tanto, no siempre prestan atención a los programas de los adultos pero, aún así, un estudio de la Universidad de Massachusetts demostró que el ruido de fondo de la televisión puede perjudicar su desarrollo.
Otros estímulos
El pediatra Adrián Giannotti, coordinador de CLASE (Clínica del Lenguaje, la Atención y el Seguimiento Escolar), destacó la importancia que tiene el juego en el desarrollo neurosensorial del niño: "Es uno de los mayores estímulos, porque aprende, repite... Es una herramienta indispensable en los primeros años de vida para el desarrollo neuromadurativo normal".

El especialista explicó que "la atención sostenida de los menores de 3 años es muy corta"; cualquier estímulo externo los distrae, "y la televisión es uno de estos factores que interrumpe una actividad que lleva al niño a crecer y madurar", apuntó.

Giannotti recomendó, incluso, que los menores de 2 años "no vean televisión y que sus padres les fomenten actividades como la lectura, el baile, el canto o deportes, en las que estén en contacto con sus hijos. Si hay poco contacto con los padres, habrá poco desarrollo cognitivo. Restringir este contacto es el efecto más nocivo de la televisión", enfatizó.
Jaque a la imaginación
Otro estudio -esta vez de psicólogos de la Universidad de Leiden (Holanda)- señala que la televisión no favorece la imaginación infantil.
Después de analizar datos recabados a lo largo de 40 años, donde se comparaba la imaginación creativa de niños con televisor en casa con la de otros que no disponían de él, se concluyó que donde no había TV los niños mostraban niveles más altos en los tests de creatividad. Sin embargo, dos años después de que llegó la televisión, también allí las puntuaciones bajaron.

¿Las razones? Primero, las imágenes televisivas tienden a fijarse en la memoria, bloqueando las producidas por la imaginación. Segundo, los programas violentos aumentan la agitación a costa de la reflexión. Por último, ver la televisión en exceso absorbe tiempo que se podría emplear en actividades más creativas como escuchar la radio o leer.

Estas investigaciones no intentan "demonizar" a la TV, sino concientizar a los padres acerca de la importancia de decidir cuánta y qué calidad de televisión deben permitirle a sus hijos.

la sugerencia
La Academia Estadounidense de Pediatría recomienda que los pequeños menores de dos años no vean nada de televisión, que los niños mayores no vean más de dos horas diarias de programas "de calidad" y que no tengan televisores en sus dormitorios.
La escuela frente a la cultura de la imagen
Los chicos pasan 1.450 horas al año frente a la TV y 950 horas en el aula. ¿Cuál debería ser el rol de la escuela en este contexto?
La cultura de la imagen se impone sobre la cultura de la lecto-escritura. Ante lo irreversible, el sociólogo salteño, experto en Educación, Alberto Noé, propone: "La escuela podría jugar un papel importante en la formación de competencias para criticar, interpretar y jerarquizar el caótico mundo de imágenes en el que vivimos".
La mayoría de los relatos son contados en imágenes y la comunicación verbal tiende a ser cada vez más sintética, codificada. "Evidentemente, el medio por excelencia de este cambio es la televisión, que es el mayor instrumento de socialización que ha existido jamás", remarca Noé.
El sociólogo explica que hasta los años 70, la educación en los hogares se daba en dos niveles: "La madre cumplía de educadora por excelencia, porque hasta los 5 o 6 años le introyectaba al chico las normas sociales. Por otro lado, estaba la educación basada en los libros y la narración oral que aportaban los abuelos. Todo esto se terminó con el advenimiento de la revolución científico tecnológica y la TV".
Mientras la escuela propone una lógica deductiva y reflexiva, usa la palabra y apela al entendimiento desde ella; el alumno está culturalmente formado en la lógica de la síntesis, lo icónico, lo puntual y la seducción por lo rápido. "Una buena política educativa debería tener en cuenta esto, para hacer de la escuela un lugar donde convivan la imagen con la escritura. Pero también se debe incentivar la lectura en el hogar, y se debe poner límites a la televisión", propone Noé.


la influencia
* Muchos contenidos emitidos en la TV le adelantan a los niños pequeños realidades de la vida que evolutivamente no necesita plantearse aún.
* El adolescente, en su búsqueda de modelos con los cuales identificarse, encuentra en la TV muchos candidatos, aunque no siempre positivos.
* Cuando la familia no sabe contener, los mensajes de los massmedia, cargados de fuerza emotiva, se transforman en criterios válidos para adoptar.
* La preferencia por la televisión deriva en la reclusión hogareña y en la pasividad, en detrimento de las salidas a la plaza o al club.
* La lógica propia del relato televisivo es la lógica de la acción, de los sucesos y del espectáculo. Importa lo que pasa, no su análisis.






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